Entrevista a Jean Thiriart
Julio 1983
El presente texto corresponde a la entrevista que Bernardo Gil Mugarza realizó a Jean Thiriart, uno de los principales ideólogos de la Unidad Europea desde un punto de vista socialpatriótico. Son más de un centenar de preguntas a las que Thiriart responde dejando así un documento excepcional donde condensa su pensamiento y su visión sobre el futuro de Europa, teniendo en cuenta, lógicamente, que al estar escrito de 1983, muchas de las consideraciones sólo podían tener sentido en aquella Europa dipolar separada por el Muro de Berlín.
Sin embargo, la esencia del problema europeo sigue en los mismos términos que planteó el autor de «¡Arriba Europa!». De ahí el valor del presente documento.
Habla Jean Thiriart, el pensador de la Nueva Europa.
No he tenido ninguna actividad política desde 1965 a 1982. Actualmente preparo mi obra capital El Imperio Eurosoviético desde Vladivostok a Dublín.
Hacia finales de 1981 mi amigo Mugarza me había pedido contestar a 106 preguntas. Desgraciadamente esto me ha llevado quince meses. Quince meses de retraso en escribir El Imperio Eurosoviético.
Mugarza es periodista e historiador. Ha publicado, sobre todo, una obra magistral, España en llamas, 1936 (Ed. Acervo – Barcelona, 1968).
Mugarza, con el general Perón, el coronel Otto Skorzeny y yo mismo formábamos un grupo de amigos en los años de 1962 a 1969.
Mis respuestas a las 106 preguntas de Mugarza serán incorporadas a un volumen 3 de la tesis universitaria de Sauveur. En primer lugar aparecerán las versiones española y alemana. A continuación, la francesa.
Varios de mis antiguos colaboradores de la época Jeune Europe también me han planteado preguntas. Espero encontrar algún día tiempo para contestarles y unirlas a las 106 preguntas de Mugarza.
Yo tengo que ser juzgado por mis pensamientos reales y no por conceptos que jamás he tenido.
Gran cantidad de periodistas de izquierdas y de derechas han deformado totalmente mi pensamiento político. Han usado clichés, estereotipos, amalgama.
Entre los trabajos referentes a mi acción y a mi pensamiento político hay que clasificar en primer lugar las dos tesis universitarias que me han sido consagradas.
La primera, cronológicamente, es la de Jean Beelen, de la Universidad de Bruselas (1), y la segunda la de Yannick Sauveur, de la Universidad de París (2).
Estas dos tesis son relativamente objetivas.
No se puede decir lo mismo de las obras de polémica o de pura delación escritas por Serge Dumont (3), por Walter de Bock (4), por el grupo De Bock y Graindorge (5), por E. Verhoeyen (6). Por lo que a Bélgica se refiere.
En Italia, la mejor obra sobre mí es, sin género de dudas, la de Angelo del Boca (7).
El trabajo de Patrice Chairoff (8) es ya rencoroso. Está la obra de Frederic Laurent L´orchestre noir (9), que se engaña clasificándome entre los «nazi-maoístas» (sic). Luego se llega a la «novela política». Dennis Eisenberg, en su L´Internazionale Nera (10), me otorga el mando de la División SS Charlemagne («…da Jean Thiriart -che fu capo della legione dei volontari francesi che combatterono sul fronte russo accanto la Wehrmacht-…»).
Algunos, como Genevieve Tabouis, escriben como pitonisas, pretendiendo saber lo que se ha hablado con ocasión de mi encuentro con Chu-En-Lai en Bucarest.
Llamo la atención, en especial a mis detractores, sobre el hecho de que existe una edición xerografiada que reproduce la colección completa de mis editoriales aparecidos en los 30 números de La Nation Europeenne entre 1965 y 1969.
Algunos testigos importantes de la época Jeune Europe han desaparecido. Gerard Bordes ha muerto en 1982, muy joven todavía. Quittelier, mi brazo derecho en la redacción, ha sucumbido a su cáncer a principios de julio de 1983. Por otra parte, no se llamaba Quittelier, sino André.
En 1983 he llegado a la conclusión de que la Unión Soviética es la última oportunidad para la unificación europea.
Todo consiste en saber lo que hará la URSS de Europa. Si cometerá de nuevo el error de Hitler (la Europa alemana) intentando una Europa rusa, o si, vuelta inteligente, hará la Europa soviética (es decir, poniendo fin a los estúpidos nacionalismos que nos desgarran).
La historia está llena de ocasiones perdidas.
Julien Benda, en 1932, en su libro Discours a la Nation Europeenne (11), ponía en evidencia el error histórico cometido por el Imperio Romano.
Benda escribía hace 50 años:
«Liga, por otra parte, a Europa que, aunque nada más fuera por el interés de su ser material, no debe detenerse en sí misma, enclaustrarse en un nacionalismo al cuadrado. Muéstrolo en el ejemplo de Roma, que ha perecido el día en que ha contrariado el principio extensivo del que se alimentaba desde hacía siglos y en que ha negado a los Bárbaros insertarse en su órbita.
Tal vez el Imperio estaría todavía en pie y los hombres se hubieran ahorrado dos mil años de matanzas si hubiera concedido francamente, como su ley se lo ordenaba, el derecho de ciudadanía a los Godos y a los Alemanes.»
Fichte ha contestado diciendo que son los alemanes los que han rechazado este derecho de ciudadanía que el Imperio les ofrecía. Es muy inexacto.
Mañana habrá que saber si la URSS va a intentar rusificar a Europa -en lo que fracasará con toda seguridad- o si va a crear un imperio soviético y darnos «el derecho de ciudadanía». En esta última hipótesis habrá sido creada la mayor potencia del mundo.
JT
Notas
(1) Jean BEELEN, Le Mouvement d´Action Civique, 245 páginas. Université Libre de Bruxelles (Section des Sciences politiques et administratives). 1971-1972.
(2) Yannick SAUVEUR, Jean Thiriart et le National Communautarisme Européen. Institut d´Etudes Politiques de l´Université de Paris (Profesor Gerbet). 1978.
(3) Serge DUMONT, Les Brigades noires. Editions EPO, Berchem (Belgique). 1983.
(4) Walter DE BOCK, Les plus belles années d´une génération. Editions EPO. 1983.
(5) DE BOCK, GRAINDORGE et Cie, L´Extrême-droite et l´Etat. Editions EPO. 1982.
(6) E. VERHOEYEN, L´Extrême-droite en Belgique. Centre de Recherche et d´Information Socio-politiques (Cahiers 642 et 643 -avril 1974-), Bruxelles.
(7) Angelo DEL BOCA, I figli del Sole, 610 páginas. Feltrinelli. 1965.
(8) Patrice CHAIROFF, Dossier Neo-nazisme. Editions Ramsay, Paris. ISBN 2-85 956-030-0.
(9) Frederic LAURENT, L´Orchestre noir. Stock, Paris. 1978.
(10) Dennis EISENBERG, L´Internazionale nera. Sugar Editore, Milano. 1964.
(11) Julien BENDA, Discours à la Nation Européenne. Reedición por Gallimard-Idées (nº 412 en Livre de Poche).
¿Dónde y cuándo ha nacido?
En Bruselas, el 22 de marzo de 1922.
¿Tiene hermanos y hermanas?
Mi media hermana, mayor que yo, se casó con un dentista turco y abandonó Bélgica hace cincuenta años.
¿Qué profesión tenía su padre?
Optico.
¿Qué estudios ha hecho usted?
Técnicos superiores.
¿Cuántos hijos tiene usted?
Dos: un hijo nacido en 1943, que dirige hoy un departamento universitario de psicología experimental, y una hija nacida en 1948 que me ha dado ya dos magníficos nietos.
¿Ha sido víctima de la represión de 1944?
He cumplido tres años de cárcel después de la guerra.
¿Ha sido encarcelado por sus ideas y, en caso afirmativo, cuándo?
En marzo de 1962 he estado un mes en la cárcel por haber entregado material (pasaportes y armas) a la OAS.
¿Qué recuerdos guarda y qué enseñanzas saca de sus estancias en la cárcel?
La cárcel es el reino de la estupidez. El personal penitenciario se recluta en el sub-proletariado. Los directores de prisión son en general fracasados de la burocracia estatal.
Los detenidos de derecho común no son interesantes: son verdaderamente la escoria de la sociedad y muy raramente las víctimas. En las cárceles no se hace nada por intentar recuperar o reclasificar a los delincuentes jóvenes.
La represión política de 1945 a 1950 ha enriquecido a los abogados. Fue para ellos la edad de oro. En la cárcel he podido estudiar de cerca el principio de lo que convencionalmente se llama la «Justicia». La «Justicia» tiene como fin principal hacer vivir a los abogados y a los magistrados. Y muy accesoriamente mejorar la sociedad. La abundancia de abogados -nuestras sociedades tienen cinco veces más de los que hacen falta- hace que el delincuente deba servir varias veces en el curso de su única vida.
El laxismo no se inspira en principios humanitarios, sino en la necesidad económica de delincuentes. En caza, el ciervo o el jabalí sólo sirve una vez. En materia de «Justicia», el delincuente servirá varias veces. El abogado saca fondos en cada fase: libertad provisional, proceso, libertad anticipada, libertad condicional, etc. El ciclo se reanudará varias veces en la vida del delincuente, que debe ser reincidente. La reincidencia es la base del concepto económico del derecho penal. La burguesía ha creado demasiados abogados, por vanidad social.
El tribunal juega en función de una atmósfera, de la elocuencia. El hecho interesa poco al juez. Mucho menos que su vanidad personal (los abogados y los periodistas le halagarán) y que el poder persuasivo de los abogados. Los jueces son frecuentemente oportunistas. Sirven a cualquier régimen, uno tras otro. Los jueces son instrumentos de la consolidación de un sistema, y nada más.
Con motivo de sus actividades políticas, ¿ha sido expulsado o se le ha prohibido la entrada en algunos países y se mantiene hoy esta prohibición?
Actualmente, no puedo entrar de por vida en Argelia y en Austria. Antaño se me ha prohibido la entrada en Suiza, Francia e Inglaterra. Prohibiciones que han sido levantadas cuando he sido presidente de la Sociedad de Optometría de Europa. Los americanos han sido buenos jugadores. Después de un primer visado difícil y de un registro corporal, en mi primera entrada en los USA, me han entregado un visado permanente. He ido decenas de veces a los países comunistas sin la menor dificultad. Mi mejor recuerdo es Transilvania (Rumania) recorrida, mochila al hombro, con mi mujer. Hemos pasado los dos diez días en tienda de campaña en la reserva natural, llena de osos en libertad. Otro buen recuerdo es el de mis viajes a la República Democrática Alemana. Allí he encontrado a varios amigos de 1940/44 reconvertidos. En Yugoslavia he hecho una estancia idílica en el Adriático en el momento en que la revista diplomática del Estado publicaba en Belgrado, en servo-croata, mi artículo L´Europe de Dublin à Bucarest (revista Medunarodna Politica, agosto 1966).
Si hubiera que clasificarle, ¿cómo se definiría, como un ideólogo o como un partidario de la «Realpolitik»?
En la época de Jeune Europe era un ideólogo. He descubierto a Pareto a los 40 años. Fue un viraje intelectual en mi vida. A los 16 años ya había leído todo Montesquieu, todo Rousseau, todo Voltaire.
En 1982, a los 60 años, ya no soy evidentemente un ideólogo. Pero no quiero ser un «Realpolitiker». Un «Realpolitiker» significa participar todavía en juegos muy estériles. En la vida de las naciones la tentación del brazo de hierro ha costado muy cara. Los nacionalismos de tipo habitual son estériles en definitiva. Conducen a sistemas cerrados de pensamiento. Cada nacionalismo suscita, engendra, refuerza, consolida otro u otros nacionalismos «anti-simétricos». En última instancia, el alemán ha consolidado el ruso y el polaco. Es una física infernal. El nacionalismo de dominación es precario. Lleva en sí mismo su contradicción interna.
En 1982 me he vuelto un «doctrinario de lo racional», un doctrinario del materialismo. No me apego sistemáticamente a una opinión, sino a un método de pensamiento. Este método es el del materialismo científico. Concedo mucha importancia al conocimiento inductivo, mucha más que al método deductivo. Ya era la opinión de Leonardo da Vinci, de Maquiavelo, de Galileo, de Giordano Bruno, hace cuatro siglos. Estoy a favor de la investigación inductiva opuesta a la especulación ideológica. Konrad Lorenz pertenece también a esta escuela de pensamiento materialista de gran rigor.
Todo el discurso político actual se mueve en un pensamiento muy arcaico. Las sedicentes «ciencias políticas» enseñadas en nuestras universidades son en realidad tan irrisorias como podría serlo enseñar hoy la geografía de Ptolomeo.
El análisis «materialista científico» de la política debe evidentemente comenzar por el análisis de su componente principal: el hombre. Las Ciencias Políticas de nuestras Universidades están al nivel de Aristóteles. Queda por levantar la «Tabla de clasificación periódica» de las pasiones y necesidades humanas. Pareto lo ha intentado. A la ciencia política le falta un Mendeleiev para convertirse en una verdadera ciencia. Antes de abordar las llamadas ciencias políticas hay que conocer la etología moderna, el animal patológico que es el hombre a veces, como otras es un animal imperial.
En política no se puede hablar de ciencia si no se conoce desde el principio el funcionamiento del hombre, es decir, el funcionamiento de su cerebro. Todavía sufrimos los efectos de nuestro cerebro reptiliano. ¡Este cerebro reptiliano tiene 200 millones de años! Es el archicortex el que dicta el comportamiento emotivo. En cuanto al neocortex, centro del pensamiento racional, sólo tiene un millón de años. La insuficiencia de la coordinación fisiológica entre el archicortex y el neocortex (entre comportamiento emotivo e intelectual). Laborit ha puesto de manifiesto esta negligencia de la evolución.
Las pseudo-ciencias políticas enseñadas en nuestras universidades pueden compararse a un curso de química en el que el profesor nos describiera el mundo de los elementos hablándonos «del fuego, del aire, del agua, del éter», como en la época de Aristóteles. Los juicios de valor y el moralismo quitan todo carácter científico a las pretendidas «ciencias políticas».
Antes de estudiar la política hay que estudiar al menos la fisiología del cerebro, la psicología del comportamiento y solamente después la historia.
Como verá, estoy a una distancia sideral de las ideologías.
El título del libro que preparo, El Imperio Euro-Soviético de Vladivostok a Dublín, oculta detrás de su concepto geopolítico y geoestratégico algo mucho más importante: la voluntad de describir un hombre en mutación. Al final de mi vida he llegado a la conclusión de que este hombre en mutación, el homo novus (o el superhombre) sólo podrá ser injertado en una sociedad materialista, a-religiosa y totalitaria. La experiencia podrá intentarse o con China o con la URSS (ampliada, pues en la actualidad es un país demasiado pequeño, una nación demasiado débil).
En este Imperio totalitario potencial se podrá intentar hacer «mutar» al hombre. El hombre banal controlará su evolución en vez de sufrirla.
Platón y Campanella eran graciosos. Pero no podemos condenarles: en su época no se había llegado al estadio actual de la biología y del conocimiento de los mecanismos fisiológicos y neurológicos.
¿Hay hoy muchos inválidos intelectuales en Europa?
Europa está llena de inválidos intelectuales. Y no sólo Europa. Inválido es, por otra parte, un término muy amable, un calificativo insuficiente.
El mundo está lleno de paranoicos (Beguin, Jomeini) y de esquizofrénicos (Mitterrand, Felipe González y otros soñadores).
Pero para limitarnos a los «inválidos» y a Europa, debo poner el acento en la invalidez que impide ver la evidencia. Y la mayor es la negativa a ver la necesidad de la construcción europea.
España ha dejado de ser una gran potencia perdiendo la guerra de Cuba. Francia, perdiendo Argelia en 1962. Pero los pequeños nacionalismos estrechos siguen haciendo estragos en Europa por doquier. Son numerosos.
Creen en la grandeza francesa, creen en el renacimiento de Alemania (cuente con los vecinos polacos, rusos y franceses para tolerar esto… después de los recuerdos de 1939/45). Es sonambulismo. La auto-parodia de la grandeza.
Otra forma de invalidez es el socialismo. Por donde pasa es la penuria, el desbarajuste. Y millones de gentes quieren más todavía…
En el plano económico es evidente que el capitalismo salvaje de comienzos de siglo es y sigue siendo diez veces más eficaz que el socialismo para llenar los estantes de los supermercados.
Hay dos ilusiones tenaces en Europa: la demagogia socialista y la falsa grandeza de los pequeños nacionalismos mezquinos. Las gentes que cultivan ilusiones son inválidos intelectuales.
Desde 1945 yo estoy en estado de empatía con Europa. La siento como Maquiavelo sentía la necesidad de la unidad italiana. A comienzos del siglo XVI, Italia estaba parcelada, dividida en ciudades rivales: Venecia, Milán, Florencia, Nápoles. Sin olvidar al intrigante Papado que obsesionaba a Maquiavelo. Esta división en ciudades rivales permitía al rey de Francia y, poco después, al rey de España, bajar sobre Italia. Como los USA y la URSS hoy en Europa. Maquiavelo estaba rodeado de un mundo político ciego. Maquiavelo quería hacer pasar la Italia dividida en Estados urbanos al estadio de Italia Estado territorial. Era prácticamente el único que lo concebía. Rodeado de miopes y de ciegos.
Mi intención es hacer pasar la Europa dividida en múltiples Estados territoriales (Francia, Alemania, Italia, Inglaterra…) a un solo Estado continental. Desde hace 35 años vivo rodeado de inválidos intelectuales que no ven la necesidad de esta mutación de lo territorial a lo continental. Como tampoco los príncipes vanidosos de la época de Maquiavelo veían la imperiosa necesidad de pasar del estadio urbano al estadio territorial. Francia y España eran ya en 1500 Estados territoriales. Lo mismo que en 1982 la URSS, China y los USA son ya Estados continentales.
¿Qué es para usted Europa? ¿Dónde y cuándo ha nacido la cultura europea?
Geopolíticamente, Europa ha nacido con la República, luego con el Imperio romano. Culturalmente, Europa ha nacido con los filósofos griegos de Mileto y Jonia. Thales, Anaximandro, Anaxímenes, tuvieron la «intuición justa». A pesar de todo, habrá que esperar al siglo XVII para que el pensamiento materialista se imponga en todos los sectores de la vida que darán el poder a Europa.
Europa es esencialmente greco-romana.
En el plano económico, es en el siglo XII cuando Europa saldrá de la «noche económica». Fue el gran eje geoeconómico Brujas-Florencia.
En el plano cultural, el despertar de Europa data del siglo XIII. La Europa cultural se dibuja entonces claramente en el mapa en el cuadrilátero Salamanca-Oxford-Praga-Salerno. Este cuadrilátero contiene entonces todas nuestras Universidades.
¿Europa puede jugar todavía un papel en el mundo? ¿Debe y puede tener todavía una misión?
La cultura de la clase dirigente cosmopolita actual es la cultura europea materialista que ha comenzado a desarrollarse hacia 1650. De 1650 a 1914, hemos conquistado y dominado el mundo gracias a la superioridad de nuestras ciencias y nuestras técnicas, de nuestros barcos, de nuestros cañones. El PDG japonés o el físico californiano o el general soviético, han adoptado todos nuestra cultura «euro-materialista». Pues esta elección es la que conduce al poder. Poder industrial, poder militar, poder científico.
El nuevo «Imperio» que será el Imperio Euro-soviético, de Vladivostok a Reykjavik, es una tierra privilegiada, pues se extiende sobre esta «franja fecunda» situada entre el 40 y el 60 paralelo Norte. Esta franja en la que, en nuestros días, se encuentran todos los centros de decisión y progreso de la tierra. Los cerebros de nuestro planeta se encuentran en altísima densidad en esta franja, en Berkeley, Boston, Londres, Munich, Moscú o Tokyo. Resulta que la «gran Europa» (el Imperio Euro-soviético) contiene casi la totalidad de esta «franja fecunda«.
La misión (no me gusta esta palabra, pero se la cojo) de la Europa futura es servir de laboratorio a la humanidad para pasar del hombre banal al hombre nuevo.
Este Imperio Euro-soviético representa de alguna forma la «Gran Jonia» en el plano del pensamiento y la «Gran Roma» en el plano del poder político.
Esta «Gran Jonia» -Jonia fue la cuna del materialismo- ha dado la prioridad a la inteligencia inductiva, al conocimiento inductivo. Opuesto a la vía especulativa.
El conflicto entre aproximación inductiva y aproximación especulativa se remonta lejos. Al conflicto entre Jonios y Eléatas. En nuestros días este conflicto es diario, permanente, en nuestros intelectuales.
Los Jonios -y los materialistas de nuestros días- exigen la investigación antes de cualquier cosa (la observación querida a Konrad Lorenz). Para los Eléatas, el criterio que permite convalidar el conocimiento es exclusivamente el «rigor del razonamiento». El razonamiento «en sí mismo» conduce a la metafísica, al callejón sin salida, a la patafísica, dirán los humoristas.
El cristianismo ha sido para Europa una inmensa catástrofe. Nos hizo perder 15 siglos. El pensamiento jonio no ha vuelto más que con el Renacimiento, con Copérnico, con Galileo, con Nicolás de Cusa, con Giordano Bruno. Del siglo XV al XVII cuántas hogueras para que el pensamiento jonio recobre la supremacía.
El poder futuro de Europa residirá en el rigor de los principios jonios del conocimiento. Un conocimiento en busca del poder. Y no un «conocimiento» destinado al consuelo.
El hombre mutante será el sucesor de los Jonios. Veo, pues, esta Europa de Vladivostok a Dublín como un gran laboratorio científico. Esto pasa por la erradicación de los delirios y fantasmas cristianos, judíos o islámicos.
Gracias a esta Jonia de la Antigüedad nuestros antepasados espirituales, los griegos, fueron los primeros en reírse de los dioses, los primeros en desafiar a los dioses, los primeros en no creer ya en ellos. Los griegos fueron los primeros en llegar al ateísmo.
Es un personaje de Aristófanes el que dice con ironía: «¿Verdaderamente? ¿Crees que hay dioses?». Ironía liberadora. Este personaje de Aristófanes tiene 4000 años de adelanto sobre un rabino o un cura (incluso progresista) de 1982.
¿Europa no es más que un sueño o es una creación lógica de profesores e intelectuales?
A pesar de la mentalidad de mercaderes de tapices que reina en el Mercado Común, la Europa económica se refuerza cada día. Esta unificación europea mediante la economía recuerda el Zollverein y nuestras autopistas actuales evocan irresistiblemente la implantación de los ferrocarriles en Alemania de 1840 a 1860. En el interior del Mercado Común industrial, según la ley del «gran mercado» se desarrolla un fenotipo industrial vigoroso. La competición industrial en el interior de un gran mercado había creado de 1880 a 1950 la poderosa industria americana. El mismo fenómeno se repite en este momento en el Mercado Común. Los países que quedan fuera de esta «gran competición industrial» (lo que quiere decir ipso facto «gran selección») van a perder terreno año tras año, irremediablemente.
El industrial español que no se sienta en condiciones de afrontar el mercado abierto, la competición libre, en el interior del Mercado Común en 1982, estará en una situación infinitamente más inferior en 1992. Cada año de vacilación hará el problema todavía más agudo para los países «extracomunitarios» en Europa (España, Portugal, Turquía, Noruega, Suecia).
El milagro industrial europeo del Mercado Común es muy simple: competición en el interior de un grupo grandísimo, selección entre numerosos competidores. El comercio exterior del Mercado Común es ya en 1982 infinitamente más poderoso que el de los Estados Unidos. La Europa industrial existe ya. La Europa de las vacaciones igualmente (decenas de millones de viajeros de temporada del Norte hacia el Sur). La Europa de las migraciones también: millones de trabajadores del Sur en la industria del Norte. Todo esto va a transtornar profundamente a los países del Sur.
Gran cantidad de especializaciones (fabricaciones o servicios) no existen más que por encima de un cierto umbral crítico. El «umbral crítico» es un dato esencial para quien quiera comprender la historia moderna. Historia íntimamente unida a la tecnología.
Un panadero no puede vivir más que con un pueblo de por lo menos 500 hogares. El dueño de un garaje, con una ciudad de 5000 hogares. Una industria siderúrgica, con un país de 25 millones de habitantes. Una fábrica de camiones pesados, con una población de 50 millones. El umbral crítico de la industria aeronáutica se sitúa en un país de por lo menos 100 millones de habitantes. El lanzamiento de satélites con éxito y amortizable exige un país de, por lo menos, 200 millones de habitantes.
La investigación fundamental en física no puede ser financiada más que por superpotencias militares (250 millones). Junto a la «ley del umbral crítico» existe la ley de la diversificación. La diversificación profesional está en relación directa con el tamaño del país. En los Estados Unidos se cuentan 10000 especializaciones. En España se asombraría que se pasara de las 2000 especializaciones. Las 8000 especializaciones que faltan a España con relación a los USA
(o al Mercado Común) se explican fácilmente: no hay clientes para los 8000 servicios o fabricaciones que faltan.
De año en año se ensancha el foso entre las economías de los grandes conjuntos (Europa, USA) y la economía de los pequeños países replegados en ghettos como España o Argelia.
Por mi formación científica, soy extremadamente pragmático. Lo soy sistemáticamente. Esa es la razón de mi irritación frente a los «nacionalismos irrisorios», los nacionalismos del pasado, los nacionalismos de literatura.
La voluntad de poder literaria me exaspera por su vanidad. Yo soy esencialmente un materialista de la voluntad de poder. Quien quiera el poder debe querer sus medios y saber calcular la inversión mínima, demográfica e industrial.
Si usted cree que Europa es un «sueño de profesor» venga a navegar conmigo en el mar del Norte. Venga a observar la incesante procesión de millares y millares de cargueros que cruzan la Mancha hacia Amberes, hacia Rotterdam (sobre todo), hacia Hamburgo. Allá verá usted el colosal poder económico de Europa. Estoy constantemente confrontado a este espectáculo debido a que practico la navegación deportiva (vela) en este Mar del Norte en el que converge la economía industrial del mundo entero. El puerto de New York es un pequeño puerto provincial al lado del de Rotterdam.
Cuando se vive como yo en el Delta rico, el Delta próspero del Escalda-Mosa-Rhin, se siente la potencia de la Europa industrial.
Europa no es una construcción de profesores.
Europa y Occidente: ¿simple cuestión de terminología o diferencia fundamental de naturaleza y de continente?
El lenguaje es no-científico, esencialmente equívoco, a diferencia del lenguaje matemático, totalmente unívoco. Un ejemplo de este carácter equívoco: en francés, robar (voler) es la acción del ladrón, del delincuente. Pero volar (voler) es también pilotar un avión. Hay miles de ejemplos de esta clase en cada una de nuestras lenguas equívocas.
Occidente quiere decir muchas cosas diferentes. Europa también quiere decir muchas cosas distintas. La Europa de las patrias de De Gaulle o de los neofascistas italianos es radicalmente incompatible con mi concepción de una Europa unitaria, «jacobina» e imperial. La Europa de los charlatanes del Parlamento de Estrasburgo está en las antípodas de la mía.
Para contestar a su pregunta, comenzaremos haciendo una elección semántica completamente arbitraria. Digamos que bajo mi pluma Occidente es lo que va desde Bucarest a San Francisco, con sus curas, sus rabinos, su burguesía, sus nacionalismos superados, sus pretendidos «valores».
Europa será algo totalmente cortado de los USA por un Océano. Europa será también algo que superará a Bucarest, que superará los Urales. Europa llega hasta la frontera china de Manchuria. Europa llega hasta el Océano Indico. Para mí, Europa se inscribe en primer lugar en términos geopolíticos, luego en términos de «culturas».
La línea que va desde Lübeck hasta Sofía es antinatural para quien concibe y desea una Europa poderosa. Esta misma línea marca actualmente el límite del Occidente cansado y desgastado.
Con motivo de una discusión sostenida con un joven «intelectual» del «neo-nazismo racial» que es pseudo-europeo, yo le había asombrado y extrañado diciendo que «Turquía es una provincia europea y que mañana Arabia será una provincia europea». Me ha opuesto entonces las famosas culturas, la religión, la tierra de los antepasados, las raíces y la charlatanería literaria habitual.
Le he contestado: comienzo Europa examinando las líneas de fuerza geopolíticas; los estrechos turcos y el petróleo árabe son mucho más importantes que las culturas. Sus culturas son superestructuras y el petróleo, por una parte, y los Dardanelos, por otra, son infraestructuras históricas.
Para terminar de desmontarle, de descabalgarle, le he explicado que los futuros historiadores «de servicio» podrán manipular fácilmente la historia para explicar la profunda convergencia cultural entre los camelleros de Arabia y los vikingos navegantes. Con esta ironía quería mostrarle que es posible hacer decir todo por la plebe de los intelectuales literarios para la plebe de los intelectuales literarios y para la plebe social a secas.
Le he explicado entonces que el más sanguinario de los conquistadores de Asia central encontraba al llegar a Pekín o a Irán un personal superabundante de intelectuales y de artistas, ceramistas, poetas, músicos, cocineros, bailarinas, pintores, hagiógrafos, etc.
Los poderosos siempre pueden pagarse la superestructura cultural. El bárbaro, cuando ha tenido éxito, se civiliza en una generación. En la historia de China esto se ha repetido varias veces de modo espectacular.
Occidente, en el espíritu de la mayoría de los que emplean esta palabra, es una superestructura cultural. Para mí, Europa es un instrumento de poder, un terreno, un posible continente para una experiencia capital: la mutación del hombre banal hacia el homo novus.
¿Qué tentativas de unificación ha conocido Europa?
Más que una tentativa, un éxito, el único hasta el presente, fue el del Imperio romano.
De Málaga a Bucarest y de Londres a Alejandría, los hombres podían circular con seguridad en el Imperio romano.
Luego hubo la tentativa de Carlomagno en 800, la de los Hohenstaufen en 1200, la de Carlos V y los Habsburgo. La Europa francesa de Bonaparte, la Europa alemana de Hitler.
Tengo que citar una tentativa muy poco conocida de fundar un Imperio europeo. Una tentativa de Imperio eslavo-germánico. Terminó en 1278 con la muerte de su animador, el Rey de Bohemia Przemysl Ottokar II. Si la empresa hubiera tenido éxito habríamos tenido un eje Báltico-Mediterráneo en torno al cual hubiera podido desarrollarse una cierta Europa. Los territorios controlados por Ottokar II se extendían de Praga a Trieste pasando por Linz, Viena, Graz. Era una versión reducida de la Europa de los Hohenstaufen, que iba desde el Báltico a Sicilia.
La tentativa de Ottokar II es citada con mucha precisión por el historiador americano Robert S. López, de la Universidad de Yale (Cfr. Naissance de l´Europe -traducción francesa en Armand Colin, París, 1962). Dante Alighieri nos habla de Ottokar en el Canto VII (El Purgatorio) de La Divina Comedia. Dante escribía:
«El segundo, cuya mirada le consuela, gobernó el país en el que brotan las aguas llevadas por el Moldava al Elba y por el Elba al mar. Se llamó Ottokar y, desde que estaba en pañales, valió más que su hijo…»
Después de la batalla de Rudava (1255) Przemysl fundó la ciudad de Kralovec, que se convirtió en Köningsberg. Hoy es Kaliningrado en la URSS.
Ahora existe el Mercado Común, éxito económico innegable. Los «Alcaldes de Palacio» existen ya, son los altos funcionarios de la Comisión del Mercado Común en Bruselas. El jefe político o la dinastía (el Partido histórico) aparecerá después. El jefe muy bien podría salir del Kremlin o de una escuela militar soviética. Lo que importa es saber que ya existen las estructuras administrativas y burocráticas de Europa y que progresan continuamente. Los 15000 funcionarios europeos de Bruselas preparan lenta, pero seguramente, la gestión de los «problemas de intendencia» de Europa. Evidentemente hay que distinguir claramente entre la Comisión del Mercado Común, realmente europea, y el Parlamento Europeo, anti-europeo. Y sobre todo el Consejo de Ministros del Mercado Común, lo más anti-europeo que hay.
En el Consejo de Ministros del Mercado Común hacen estragos los más obtusos de los nacionalistas estrechos: los franceses y los ingleses. Cada uno desembala allí sus pretensiones locales, sus apetitos particularistas, y practica la obstrucción y el chantaje.
Por el contrario, en la Comisión se trabaja en la legislación europea, tanto económica como social.
¿Cree usted en la Europa de las patrias de De Gaulle? ¿Cuál es el cemento de una Europa multinacional?
El concepto de la Europa de las patrias es el más estúpido que hay. Una vez más es la expresión de un bloqueo mental. Es el pensamiento de un artrópodo…
Los diferentes nacionalismos estrechos son contradictorios entre sí. El alemán contradice al polaco, el polaco al ruso, el húngaro al rumano (Transilvania), el francés al alemán (Alsacia), el inglés al español (Gibraltar). Cada nacionalismo es un revulsivo para el vecino. Es el sistema del «revulsivo simétrico».
Incluso el nacionalismo flamenco tiene cuentas por arreglar con Francia, que ha robado un territorio enorme… Lille, Dunkerque, son ciudades flamencas.
En el interior de Europa, los antiguos nacionalismos se convierten en nuevos particularismos.
Los idiotas del MSI, en Italia, habían organizado, después de la desaparición de Jeune Europe, una reunión pretendidamente europea. Habían invitado a todos los tarados de la nostalgia neo-fascista anunciando el color inmediatamente: iban a constituir un movimiento «europeo» precisando desde el principio que cada uno «conservaría su carácter nacional». Era aberrante. Pero fácil de explicar. Hace ya veinte años he demostrado que el nacionalismo de las gentecillas (gentecillas en el plano intelectual) seguía a la construcción de un país, y no precedía jamás a esta construcción.
La Francia unitaria, la España unitaria, luego, mucho más tarde, Italia y el II Reich han nacido en las cabezas de jefes de dinastía o de grandes apoderados de la alta política (Richelieu, Mazarino, Bismarck, el cardenal Cisneros, etc).
En 1400, el plan de una España unitaria ha debido acariciar el espíritu de tal o cual gran rey local. Pero entonces todavía hacían estragos los particularismos y los provincialismos castellano, aragonés, navarro…
Imagino que en aquella época un periodista de entonces se hubiera preguntado (como usted, Mugarza): «¿No cree que España es una construcción de algún profesor?»…
España se ha hecho mediante un matrimonio feliz. Luego, mucho después, ha nacido el nacionalismo español de las gentecillas. Y hoy ningún nacionalista español toleraría la idea de una «España multinacional» con sus repúblicas autónomas vasca, catalana, castellana, andaluza. Un nacionalista español de 1982 se subleva (a justo título) a la idea de una España multinacional. Pero el mismo hombre que es unitarista para España es anti-unitario para Europa.
De Gaulle era por excelencia un jacobino unitario para Francia (igual que yo lo soy para Europa). Este mismo De Gaulle no podía concebir la elevación al decimal superior. Este mismo De Gaulle estaba horrorizado por una Europa unitaria, mientras que era el pilar de la Francia unitaria.
Lo mismo ocurre con los lamentables neofascistas italianos. Sufren por la «regionalización» de Italia. Son unitarios italianos clásicos. Pero unitarios en Italia se vuelven anti-unitarios cuando se habla de Europa. Es el bloqueo intelectual. La inhibición. En otro lugar le he hablado de los artrópodos y del cerebro del bogavante.
Una vez más, debo darle un ejemplo bastante extraordinario de un bloqueo de las funciones cerebrales humanas. Los ferrocarriles se han desarrollado desde 1840. Hasta 1900, los compartimentos estaban totalmente separados unos de otros por tabiques. Sólo se podía cambiar de compartimento en las paradas. Ahora mismo, todavía circulan algunos de estos vagones en Inglaterra (línea Ramsgate-Londres). Un americano llamado Pullman ha suprimido estos tabiques, pero solamente hacia 1875 (había empezado por el coche-cama) para concebir un pasillo central (o lateral) que permitía ir de un compartimento a otro, ir al servicio, ir al vagón-restaurante. Hasta 1914, la inmensa mayoría de los vagones de pasajeros estaban construidos todavía sin pasillo de enlace.
El profesor de psicología que ha hecho este estudio ha demostrado que el vagón de viajeros entre 1840 y 1914 (excepto Pullman) era de hecho una tabla que llevaba 4, 5 o 6 cabinas de diligencia. Durante más de medio siglo, el vagón de pasajeros era simplemente una acumulación, una suma de diligencias encima de tablas sobre ruedas.
Lo mismo ocurrió al crearse los vehículos automóviles. El conductor estaba totalmente separado del viajero (como en los cabriolés de caballos). Y el depósito de equipajes permaneció inaccesible desde el interior del vehículo hasta 1945. Otro largo bloqueo de más de medio siglo.
La historia del concepto de la Europa de las patrias es exactamente la repetición del bloqueo mental que retrasó 50 años la aparición de los pasillos de circulación en los vagones de ferrocarril.
¿Puede servir Esparta de ejemplo a los europeos de hoy en tanto que comunidad ética?
Ciertamente, las reglas presuntamente promulgadas por el legendario Licurgo son seductoras. Es un estilo que innegablemente podrá servir de modelo a un mito europeo. Pero, dicho esto, hay que distinguir la literatura escolar edificante y las realidades.
En mi Carta al lector soviético, en la que voy a describir las Condiciones del Poder (que serán luego ampliamente desarrolladas en el libro El Imperio Euro-soviético) usted encontraría algo mucho mejor que las frases atribuidas a Licurgo. De los veinte últimos siglos de historia se pueden sacar más enseñanzas de lo que podía hacer Licurgo. La rebelión de los ilotas de Mesenia ilustra un error sociológico fundamental: la existencia de una clase explotada en el seno mismo de una nación. Error monumental.
Entre otras cosas en una educación severa (agogé), militar, física. Pero esta concepción de una comunidad espartana (para usar el lado noble del calificativo) será autosuficiente. Marx ha dicho «una sociedad sin clases» y yo lo apruebo. Pero todavía hay que añadir, o precisar, una sociedad autosuficiente.
Esparta ha sido finalmente destruida desde el interior por sus ilotas. Roma se ha descompuesto en los siglos III y IV por la importación de un proletariado que venía de Oriente Medio. Los romanos ya no querían trabajar desde hacía mucho. Al final ya no querían ni siquiera combatir. Importando poblaciones de Oriente Medio, han importado el veneno: el judaísmo y el cristianismo. Se conocen los resultados.
Lo que iba a destruir a Roma ha sido organizado por la misma Roma. Lo que iba a destruir a Esparta ha sido querido por las mismas estructuras de Esparta: la existencia organizada de los ilotas.
Actualmente, la recogida de las basuras, en París o en Frankfurt, la hacen obreros marroquíes, argelinos, turcos, negros africanos. París cuenta ya con numerosos policías negros. Cuando Francia, de vez en cuando y esporádicamente, habla de sus «atletas», son, por azar, morenos que van desde el mulato al negro más puro. Ya hay negros en el ejército francés. Y va a repetirse el ciclo infernal de la decadencia romana. Es el socialismo demagógico el que va a arruinar nuestras sociedades, igual que el cristianismo ha debilitado y luego matado a Roma.
Esparta, pues, ha cometido un error. En un Estado moderno es la nación la que debe constituir una raza de guerreros (potenciales). Una Esparta moderna implica una «movilidad social» total. La élite debe ser constantemente renovada cada generación. Lo que no ha hecho Esparta. La élite se ha convertido en una oligarquía cada vez menos numerosa.
La élite debe ser puesta al servicio de la comunidad nacional. Su circulación debe ser favorecida, y no obstaculizada. Hay en la élite, en todo momento, individuos que no merecen o no merecen ya formar parte de ella, y en la masa individuos dotados para pertenecer a la élite.
Ese es el pensamiento de Vilfredo Pareto. También es el mío. La Unión Soviética, en sus comienzos (antes del dominio de la burocracia) también tenía esta concepción de las cosas.
Diré, por tanto, que mi elección se inclina hacia un «comunismo espartano» o hacia un «comunismo elitista». Una élite funcional y no pretendidamente hereditaria. Se ha hablado de nobleza de servicio. Puedo añadir una élite de servicio en una sociedad muy homogénea. Esparta era por definición una sociedad heterogénea.
Cerca de 3000 años después de Licurgo se podría considerar el control del equilibrio psico-somático al ingresar en las universidades. El coraje físico (ejemplo deportivo: paracaidismo o incluso la marcha a pie) y la normalidad sexual participan en la salud psico-somática de los individuos. Dar acceso a la enseñanza superior a jóvenes parcial o totalmente desequilibrados conduce a procurar ulteriormente elementos tarados a la clase dirigente. Es lo que ocurre en la actualidad.
Los jóvenes que tienen conflictos internos «entre su cuerpo y su espíritu» deben ser apartados de la enseñanza superior.
¿Qué significa para usted la palabra «Yalta»?
Yalta es una cosa banal. Yalta ha existido por nuestra estúpida estrechez de espíritu nacionalista. Desde hace mucho Yalta ya no existiría sin el chauvinismo francés, el egoísmo particularista de los ingleses, sin el romanticismo del nacionalismo alemán. Nosotros mismos somos responsables de la afrenta de Yalta y no los que nos dominan y nos explotan desde Washington y desde Moscú.
Pero, felizmente, Yalta ha terminado. Moscú ha digerido su botín de 1945, por una parte, y por otra Washington se ha vuelto agresivo. Los misiles Pershing 2 hacen correr el riesgo de que se desencadene antes de mediados de 1984 una guerra preventiva por iniciativa de los rusos.
Para mí, europeo convencido, la herida está abierta desde 1945, la humillación dura desde hace 37 años. Todo entendimiento entre Moscú y Washington consagra nuestra humillación. Otros factores vienen a añadirse: la judería mundial ha decidido después de la liquidación de la «Primavera de Praga» destruir o dislocar a la URSS. La URSS es débil, no sobrevivirá sin la integración y sin la potencia económica, demográfica e industrial de la Europa del Oeste.
La querella entre Moscú de una parte y Washington de otra es un regalo de Zeus para Europa. Las cartas van a ser repartidas de nuevo.
Después de haber sido durante casi 40 años lamentables figurantes de la historia, vamos a volver a ser protagonistas de la historia. Personalmente, yo estoy dispuesto a coser la Estrella Roja en mi gorra para volver a entrar en la historia con los 400 millones de europeos del Oeste.
Moscú tiene necesidad de nosotros. Y nosotros de Moscú.
¿Qué piensa usted de los movimientos autonomistas o separatistas, como el movimiento vasco ETA, el movimiento nacionalista bretón, el autonomismo corso?
Los particularismos vasco, bretón, corso, valón, flamenco, catalán, pueden ser analizados desde tres ángulos (hay más, pero falta espacio). Angulo político-histórico, psicológico, demagógico.
Bajo el ángulo histórico, en primer lugar. Va contra corriente de la evolución y las necesidades. La unidad de magnitud de un Estado estaba dictada por la calidad o la posibilidad de los transportes. En el momento del hundimiento del Imperio romano se ha debido volver a las pequeñas unidades territoriales autosuficientes. Un duque de Bretaña era concebible y justificable en el año 1200. Ya no lo era en 1650. En nuestros días el autonomismo de las dimensiones de Cataluña es carnaval. Los japoneses transportan por mar dando media vuelta al mundo millones de vehículos automóviles acabados, dispuestos a rodar.
Los télex de los financieros crepitan día y noche para señalar los movimientos de la Bolsa en Tokyo, Hongkong, Zurich, París, Londres, New York…
Los barcos navegan con una precisión de 300 metros interrogando a satélites y balizas Decca o Loran. Personalmente, en mi velero de alta mar, media docena de satélites me dan diez veces cada 24 horas mi posición en el mar. Mi ordenador de navegación puede anunciarme los próximos cincuenta pasos de satélites con su matrícula y el azimut de su aparición.
Me quedo estupefacto y pasmado ante las divagaciones de los particularistas. Por mi profesión (en la que utilizo cuatro ordenadores de medidas y de diagnóstico) y por mi hobby, la navegación, estoy metido hasta el fondo en la tecnología avanzada. Debido a las telecomunicaciones, hoy ya no existe la distancia. Centenares de miles de télex unen mediante cables o satélites a todos los continentes las 24 horas del día.
Todas las tesis histórico-políticas de Montesquieu han dejado prácticamente de tener valor (sobre todo las que unen la dimensión de un Estado a sus caracteres autoritarios o laxistas).
El gas de Siberia pronto será distribuido en Bruselas después de haber recorrido 8000 kms en tubos de acero fabricados en Lieja. Ese es el final del siglo XX.
A mediados del siglo XIX, los ferrocarriles han sido un elemento determinante de la (tardía) unificación alemana y han hecho de un país débil un país fuerte (Cfr. el pensamiento profético de un Friedrich List a este respecto).
Los nacionalistas vascos o corsos no quieren volver del tren a la diligencia, sino de la cápsula Columbia a la carreta de bueyes.
Bajo el ángulo psicológico los particularismos grotescos como el vasco o el bretón traducen en los individuos un repliegue sobre sí mismos, un miedo físico del mundo exterior, la certeza inconsciente de la incapacidad de hacer frente a la competición exterior (cosmopolita).
Los militantes ingenuos de estos movimientos (no hablo de los canallas demagógicos que explotan a estos idiotas) son de hecho los fracasados de la sociedad, los que no han podido ascender en la escala social. Los provincianos incómodos en las capitales o en las metrópolis.
El problema de la rebelión de los particularistas es en el plano psicológico el de la rebelión de los débiles incapaces de adaptación contra los fuertes capaces de adaptación. Su pretensión de ser diferentes oculta de hecho el rechazo a admitir explícitamente su inferioridad.
Cuando las cosas son «diferentes» y no comparables (como no son comparables superficies y volúmenes) se escapa, desde luego, a una clasificación de valor, se escapa a la selección. Los homosexuales también hablan del «derecho a la diferencia». De hecho, son desviados, accidentes, y deben ser eliminados del marco de una sociedad sana que quiera ser eugenista.
Es fácil arrinconar rápidamente a estos pequeños cerebros de los particularistas evocando el problema del matrimonio exogámico. Queriendo respetar la identidad (sic) del «pueblo vasco», desde luego hay que desanimar los matrimonios entre vascos y castellanos… Es evidente para estas gentes que un niño nacido de un apareamiento entre una mujer castellana y un hombre vasco es un jeroglífico, un mestizo, un inclasificable. Su sistema de pensamiento conduce a pequeños ghettos no solamente intelectuales, sino raciales. Y a partir de ahí, la endogamia conduce a la degeneración.
A finales del siglo XIX todavía se observaban numerosas degeneraciones en las poblaciones de los «altos valles» de los Alpes y los Pirineos. El grupo judío polaco, debido a su vida en ghetto voluntario durante siglos nos ha mostrado también un tipo físico degenerado, pequeño, no atlético.
Debo retroceder y darle un argumento más, pero en la dimensión política. La reivindicación de los corsos y de los bretones sería legítima si hubieran sido objeto de discriminaciones. Pero el Estado francés unitario, nacido en 1791, es por excelencia un sistema antiparticularista. Nada, absolutamente nada ha impedido a un corso llegar a ser almirante francés, ni a un bretón presidente del Senado en París. Por tanto, si no han llegado a ser ni almirantes, ni presidentes, es culpa de cada uno de ellos individualmente.
Y luego, defíname qué es un bretón o un corso, racialmente hablando. Por otra parte, no hay genotipo puro más que en Groenlandia (en 1850) o en Australia (en 1750).
Si yo soy, personalmente, tan radicalmente anti-americano, es porque en las estructuras «dominadores-dominados» de la OTAN, del Pacto Atlántico, de Occidente, los americanos son oficiales de marina y los europeos del Oeste cocineros… Aquí hay una discriminación. Se habría podido imaginar una «República atlántica».
Si mañana los soviéticos que ocupen Europa del Oeste por necesidades militares se conducen como lo han hecho aquí los americanos desde hace 37 años, yo seré el primero en denunciar y luchar contra esta discriminación.
Pero si se construye el Imperio Euro-soviético y un hombre nacido en Málaga o en Lyon puede llegar a ser mariscal de esta Unión Soviética no habrá ninguna justificación para luchar contra las estructuras de esta «Gran Nación».
En la Francia y la España unitarias no ha existido discriminación desde hace dos siglos. Los hombres nacidos en Barcelona o en San Sebastián podían llegar a ser presidentes o generales en Madrid. Los hombres nacidos en Ajaccio o en Brest podían llegar a ser almirantes franceses, generales franceses. Por tanto, no pueden dar ningún valor políticamente a sus reivindicaciones.
Llegamos al aspecto o parte demagógico. Aquí es el reino de la canalla. Bandidaje de derecho común y «resistencia» estaban estrechamente imbricados uno con otro en 1941 y 1942 en Francia y en Bélgica. Lo mismo en Córcega en 1982. El dinero de los atracos sedicentemente políticos del país vasco, desde hace quince años, ha sido reinvertido en un 95 % en negocios franceses del suroeste. Hoteles, restaurantes y supermercados han sido comprados en Francia con el dinero de los atracos políticos cometidos en el país vasco español.
Igual que el dinero de los beneficios del tráfico de drogas en los USA es convertido en inversiones limpias y honradas en Sicilia por la Mafia. El dinero robado por los autonomistas vascos ha sido lavado, blanqueado, reciclado en Francia.
En Bélgica, la autonomía parcial que ha sido concedida estúpida e imprudentemente a Walonia ha desembocado en esto. Los políticos walones de ínfima envergadura intelectual se han apoderado de fábricas, de intermunicipales (electricidad, gas, transportes públicos) «en nombre de la regionalización» lo mismo que langostas abatiéndose sobre un campo de trigo. La Walonia convertida en botín de pequeños aventureros está a punto de convertirse en una reserva de indios o de esquimales. La economía se hunde a marchas forzadas.
La pretendida dictadura del Estado central, ejercida contra las «pobres regiones explotadas» es lo contrario de la realidad histórica. Nada es más peligroso que depender del poder o la justicia local, regional, pueblerina, urbana. Pequeños Estados, sórdidos ajustes de cuentas. Los ajustes de cuentas entre los Pazzi y los Médicis en Florencia, a finales del siglo XV, eran, desde luego, inconcebibles en la Italia unificada a finales del siglo XIX.
Tolerar las payasadas vasca, catalana, flamenca, corsa, bretona, en el seno de Europa es reanimar mil conflictos del tipo Pazzi-Médicis.
El filósofo socialista francés no se ha engañado. Esto es lo que escribía Alain en septiembre de 1924:
«Se dice frecuentemente que el régimen democrático no convenía más que a los pequeños Estados -tesis de Montesquieu-. El acontecimiento nos hace ver precisamente lo contrario, en el sentido de que la autonomía de las provincias tiene por efecto casi en todas partes un régimen violento y una tiranía de hecho. Platón ha demostrado cómo los ambiciosos y los perezosos unidos se han apoderado enseguida de la ciudadela. Pero tampoco tenía ninguna idea de estos grandes Estados en los que las intrigas locales son fácilmente reducidas por un cambio de altos funcionarios y por la investigación de una policía enviada desde el centro y que no tiene primos, ni intereses ni lazos en el cantón».
Fin de cita. Un poco más adelante, Alain sigue escribiendo:
«Hace falta, por tanto, un poder abstracto, lejano, irresistible. Y esto supone una gran extensión de país y gendarmes indiferentes. En cuanto el gendarme tiene una viña en el país ya no es gendarme. Las grandes monarquías se sostuvieron porque un poder absoluto es siempre justo desde que no está cogido en el juego de las pasiones. Los cuatro regimientos húngaros que controlaban Milán en tiempos de Bonaparte eran más justos que magistrados que tenían que conservar sus amigos, tratar con miramientos a sus enemigos y para quienes, en fin, una sentencia era el comienzo de una peligrosa querella».
Recientemente, también Alexandre Zinoviev hablaba el mismo lenguaje, el de Alain y el mío. Esto es lo que saco de La Maison Jaune de Zinoviev:
«El pueblo soñaba con un nuevo Stalin. ¿Por qué? ¿Cómo que porqué? Porque Stalin hacía bajar los precios mientras que éstos los suben. Y sobre todo, el pueblo ruso deseaba un poder central fuerte, un poder superior que lo protegiera de la arbitrariedad de las pequeñas autoridades locales».
¿Puede existir todavía hoy un patriotismo belga, francés, español? ¿En qué sentido es todavía válido el nacionalismo?
Los patriotismos belga, francés, español, tienen que ser relegados al museo, sin más. Serán temas de tesis para estudiantes de «Ciencias Políticas», como la República romana o el conflicto España-Turquía en el siglo XVI.
Estos patriotismos ya no corresponden a realidades concretas desde 1945.
Para abatir a Alemania, Inglaterra ha debido llamar a los USA y ha introducido el lobo en el redil. Los Estados Unidos se han apoderado de los intereses ingleses. La nueva Cartago ha tragado y absorbido a la antigua Cartago.
Por haber tenido la satisfacción de vanidad de hacer perder la guerra a Alemania, Francia ha perdido su imperio colonial y ha llevado el Ejército Rojo a Berlín, Praga y Budapest. Los patriotismos, los nacionalismos, han destruido Europa de 1939 a 1962 (huida de Argelia).
La ideología marxista es mucho menos nefasta para la formación de Europa que la suma de los nacionalismos contradictorios en el interior de Europa.
Moscú explota el miedo de Alemania en Polonia y Checoslovaquia. Washington ve con muy buenos ojos cómo el nacionalismo inglés siembra la confusión en el Mercado Común. El Departamento de Estado encuentra muy de su gusto la pretensión nacionalista francesa de prohibir el arma atómica en manos de los alemanes.
Moscú y Washington explotan sin vergüenza desde 1945 todos estos particularismos estúpidos que dividen a Europa.
La potencia económica, industrial, demográfica, científica, de una «pequeña» Europa reducida al eje Londres-Bucarest es colosal. Pero en estos momentos ese bloque potencial está desgarrado por historias tribales.
Los ingleses han dominado así a la India durante tres siglos, moviendo a los hindúes unos contra otros.
Mis antepasados han vivido en una tierra de encrucijada. También para mí salta a la vista el carácter artificial, coyuntural, de los nacionalismos clásicos. Mis antepasados han nacido y vivido en el triángulo Lieja-Maastricht-Colonia, en el delta Rhin-Mosa. Lieja era tierra de Imperio germánico hasta la revolución francesa. Los actuales anuarios telefónicos permiten, mediante el estudio de la frecuencia de los apellidos, estudiar la difusión de los grupos a través de la difusión de las familias. Hoy hay Thiriart alemanes, Thiriart holandeses, Thiriart belgas. Hay todavía muchos en Borgoña y se les encuentra hasta el Sena, hasta París.
Uno de mis antepasados fue incluso hecho barón holandés en 1817. Era el barón Florent de Thiriart de Mutzhagen. Era tan rico que se le llamaba el barón de Munthagen (munt = moneda, dinero) por irrisión, haciendo un juego de palabras que recordaba al barón de Münchausen del folklore alemán. Lo que es interesante es que su dominio estaba a caballo del «Duitsche Wouw» y del «Welsche Wouw» (welsch = walón).
Mi propio patronímico, Thiriart, es una alteración del término germánico Theudric (theud = pueblo, ric = poderoso). Forma latina: Theodoricus. El nombre, tan difundido, de Thierry en Francia procede de este nombre germánico Theudric.
Jansenius, obispo de Ypres en Bélgica, se llamaba Jansen. Jansen, Janssens, es el apellido más extendido en Bélgica. Es como Dupont en Francia.
El carácter artificial, irrisorio, del conflicto «eterno» entre la Francia y la Alemania modernas aparece a veces en los detalles de los apellidos.
El general en jefe de la caza alemana (Luftwaffe) se llamaba Galland. El mejor piloto alemán caído en Africa del Norte se llamaba Marseille.
Por el lado gaullista, el as de la caza se llamaba Clostermann. Clostermann y Galland viven todavía en 1982. ¿Hay que precisar que Galland es alemán y Clostermann francés?
En la Comisión de Armisticio de Wiesbaden, en los últimos meses de 1940, Francia estaba representada por el general Charles Huntziger. Y Alemania por el general De Warlimont, originario de las Ardenas belgas (Arlon). Esa era una situación que ilustra la ruptura de 843 entre el West Frankenreich y el Ost Frankenreich. Sin olvidar la emigración protestante francesa hacia Prusia. Los descendientes de los hugonotes que llevan nombres totalmente franceses se cuentan por centenares en el cuerpo de oficiales del ejército prusiano durante tres siglos. Louis Ferdinand Céline, en su novela Nord, habla de los cementerios hugonotes al norte de Berlín.
En 1914, la vanguardia de las tropas alemanas que penetraron en Bélgica, en Verviers, estaba compuesta de ulanos (lanceros a caballo). Estos ulanos procedían de la Prusia walona. La región de Malmédy era alemana antes de 1914, belga en 1918, otra vez alemana en 1941, otra vez belga en 1945… En Malmédy todo el mundo es bilingüe. En 1914 los alemanes utilizaron como vanguardia a regimientos que hablaban… el walón (dialecto francés de lengua d´oil). Entre 1941 y 1944 todos los hombres válidos de la región Malmédy-Eupen se encontraron en el ejército alemán y muchos en las SS. Cuando yo estaba en la cárcel en 1945 nos los traían por camiones enteros.
Terminaré diciéndole cuán fácilmente se siente uno europeo cuando su familia es originaria de la zona entre el Mosa y el Rhin. La capital de Carlomagno, Aquisgrán, está situada en la actual frontera germano-belga. Por tanto, ¿qué tendría que ser yo, patriota holandés, patriota alemán o patriota belga?
Para los pequeños escolares franceses, Carlomagno es evidentemente francés. No se puede falsificar mejor la historia. Carlomagno nació en los alrededores de la actual Lieja, en las tierras «entre el Mosa y el Rhin». Su abuelo, Carlos Martel, a quien los futuros franceses debieron no ser musulmanes, también había nacido entre Lieja y Colonia.
Yo he vivido este drama interior cuando era muy joven, el drama de la pertenencia. ¿Era alemán (por la sangre con toda evidencia) o belga (por la lengua y la cultura francesas)?
Es una historia muy vieja, y el historiador americano Robert S. López escribe a propósito de Carlomagno «…pero se consideraba él mismo un germano de nación franca -lo que significa ni alemán ni francés-«. Fin de la cita.
El estúpido reparto de 843, en Verdún, fue uno de los momentos más trágicos de la historia de Europa. El Imperio franco iba desde los Pirineos hasta el Elba. Se le dividió en tres partes, al Oeste el West Frankenreich (que será Francia) y al Este el Ost Frankenreich, que será la Alemania actual pero perderá la indicación de sus raíces francas.
El carácter accidental, coyuntural, artificial, de estos nacionalismos salta a la vista. El conflicto Francia-Alemania fue de hecho el conflicto entre los hermanos del Oeste (que adoptaron una lengua latina) y los hermanos del Este que conservaron su lengua original.
Algunas palabras más sobre los patriotismos «fijados».
Se pueden hacer comparaciones irónicas y crueles entre los partidarios de los «pequeños espacios vitales antiguos» y los de un gran espacio vital en expansión o en movimiento.
Los actuales nacionalismos estrechos (Francia, España, Inglaterra, etc) son tipos de comportamiento llamado estenófilo (stenos = estrecho, en griego). Están apegados a espacios vitales muy determinados y muy limitados. No evolucionan. Por el contrario, los que quieren comprender y quieren evolucionar manifiestan un comportamiento euryfilo (eur = ancho). Los nacionalistas estrechos manifiestan una actitud estenófila frente a la vida. Los hombres que quieren la construcción europea pertenecen a la actitud euryfila.
Desde el punto de vista filético, los monos antropoides son todos alelados, estenófilos (Lorenz dice también estenoecéticos = que tienen un espacio vital muy estrecho).
¿Debo clasificar a los nacionalistas franceses e ingleses entre las especies bloqueadas en un ciclo de involución (por oposición a evolución)? Sin duda alguna.
Todo este vocabulario erudito ha sido creado para las necesidades de la demostración científica de la evolución por Konrad Lorenz (Le Comportement animal et humain).
Se podía ser razonablemente aragonés en 1350. Pero querer seguir siendo aragonés en 1550 significaba una invalidez: la incapacidad de evolucionar.
Querer «seguir siendo francés» en 1982 es manifestar la misma invalidez.
¿Pueden existir todavía aisladamente los países europeos?
He descrito en otro lugar la ley del «umbral crítico mínimo» para realizar tal o cual poder (militar, industrial, científico). Cada país europeo aislado es hoy irrisorio.
Usted se plantea el problema «necesidad o lujo». Está mal planteado. Hay que oponer realismo y esquizofrenia. La creencia en un Estado-nación viable de la dimensión de Francia, a finales del siglo XX, depende de la esquizofrenia. Por Estado viable entiendo realmente independiente, realmente poderoso.
Es historia-ficción hablar de una Francia independiente o de una España independiente en nuestros días. Independencia de ficción. Grandeza de ficción.
¿Qué harían Francia y España sin el petróleo árabe debidamente pagado… en dólares (a las compañías americanas), sin las patentes industriales americanas…?
¿Cree usted en un futuro federal o confederal de Europa?
El Estado confederal es el más vicioso de todos. Cuando una nación es dinámica y toma conciencia de su fuerza, rechaza el confederalismo. La guerra de Secesión en los Estados Unidos ilustra lo que digo.
Los reyes de Francia, cuando eran débiles, debían aceptar de mala gana la «confederación» de los nobles. Duques, barones y reyezuelos locales. En cuanto los reyes de Francia se han hecho poderosos, han instituido la realeza unitaria.
Este trabajo será rematado magistralmente por la Primera República francesa, por los jacobinos. Bonaparte consolidó todavía más la Francia unitaria. La forma unitaria es la forma acabada de un Estado-Nación. La forma confederal es una forma larvaria.
Tito, que no era más cultivado que Stalin en historia, cometió el error monumental de mantener un sistema confederal.
En el diario Le Monde, de 20 de junio de 1982, ha aparecido un artículo revelador sobre la crisis yugoslava. Algunos intelectuales, y no de los menores, de la clase dirigente comunista intentan salir de los viejos esquemas marxistas de las nacionalidades (que se remontan a la juventud de Marx y a la moda de los Mazzini de la época).
Es el profesor Bilandzitch el que desencadenó una poderosa reacción. En el más puro estilo escolástico marxista, Bilandzitch escribía: «Una nación yugoslava no correspondería a ninguna categoría marxista». Si yo fuera profesor, le pondría un cero en el examen. De esta forma, las naciones han sido definidas de una vez para siempre hacia 1850. Esa es la escolástica marxista.
He llamado a esto más pertinentemente La invalidez conceptual del marxismo-leninismo. Es un sistema de pensamiento cerrado. Mi sistema de pensamiento, el lógico-experimental, es un sistema abierto.
Otros pensadores comunistas han criticado vivamente la fosilización del pensamiento marxista (hay que saber que existen en Yugoslavia comunistas nietzscheanos. Y no bromeo…). Estos pensadores comunistas modernos han replicado a Bilandzitch. Y cito:
«Muy al contrario, una nación yugoslava sería un elemento de cohesión del país, amenazado por los nacionalismos y los separatismos de toda clase».
Y ahora les cito, les lanzo a todos a la cara, a ustedes, los nacionalistas estrechos franceses, ingleses o españoles lo que el semanario Nin de Belgrado escribe después de una encuesta:
«Encuentro ridículas nuestras divisiones, yo me siento yugoslavo. Estoy harto de nuestros nacionalismos que nos llevan al absurdo. Todos somos pequeños pueblos y solamente juntos representaremos algo».
Fin de la cita. España, Francia, Inglaterra, son en 1982 «pequeños pueblos».
Cito una vez más la revista comunista Nin: «Mi madre es eslovena. Mi padre croata. Pero la madre de mi padre era servia. ¿Cómo quiere que no sea yugoslavo?»
La forma confederal es la forma más débil y precaria para un Estado. La forma unitaria constituye la organización más avanzada, más homogénea, más eficaz, más poderosa.
Todos los historiadores saben esto.
La Francia terminada (Robespierre, Napoleón) era unitaria. La Alemania terminada (Hitler) era unitaria. La España terminada (Felipe II) era unitaria.
Las naciones, en el aspecto «movilizador» de las masas, sufren la ley de la bicicleta. Me explico. Un ciclista debe avanzar para guardar el equilibrio. Si se detiene será durante 10 o 20 segundos. Luego caerá.
Lo que sucede a Francia con sus separatismos corso, bretón, a Bélgica con los separatismos walón y flamenco, a España con sus separatismos vasco, catalán, andaluz, es la ilustración de la ley «del ciclista que se para».
En otro tiempo se ejercían todas las fuerzas centrípetas, cuando una Francia sola, una España sola, eran viables, eran dignas de crédito, eran exaltadoras, eran dinámicas.
Pero ahora son momias históricas. Y las momias se disgregan lentamente.
Aparecen las fuerzas centrífugas. Estas mismas fuerzas centrífugas no existían en Francia antes de 1939. Un separatismo corso o bretón hubiera hecho reír a todo el mundo en 1939. Hoy ya no se ríe.
España ya no es un mito movilizador. Todo el mundo sabe que hace poco España ha debido abandonar, ridícula y lastimosamente, sus posesiones de Africa (Sahara), una marcha sin gloria. Todo el mundo sabe que España depende del material militar americano, del petróleo árabe, etc.
Los pueblos son hembras. Sólo respetan la fuerza.
Sus coroneles que han realizado el fracasado golpe de Estado se han equivocado de objetivo. No se resucita a las momias.
En la historia de la vida, del crecimiento, de la vejez, luego de la muerte de una nación, se reencuentra el camino anarquía, confederalismo, federalismo, unitarismo… Es el ascenso hacia la potencia. Luego, lentamente, con la vejez se vuelve a la confederación, a la anarquía. Es entonces el descenso hacia la suerte histórica. España de manera espectacular, Francia con retraso, van a volver a su primer estadio: la anarquía de los barones. Es la regresión.
Al principio de su vida, un niño se orina en la cama durante tres o cuatro años. En los hombres que viven demasiado, en los viejos a quienes se prolonga la vida artificialmente, llega el estado de chochez. Antes de extinguirse el viejo se orina en la cama. Como al principio de su vida.
Usted funda su concepto de Estado unitario sobre las nociones de Imperium y de dominium. ¿Puede explicarlo más a fondo?
Ya he descrito ampliamente, entre 1963 y 1967, el concepto «dominium/imperium», este tándem nacido del pensamiento político romano.
Julien Freund, que hace poco era todavía profesor en la Universidad de Estrasburgo, ha descrito muy bien el tándem imperium/dominium en su obra L´essence du Politique. Freund recuerda que era el pensamiento político fundamental de Roma. Maquiavelo, Bodino, L´Oyseau y Hobbes lo adoptan. Luego Syèyès (que me gusta mucho) y Hegel.
Hay dominios en los que el poder político del Estado debe ser total: justicia, ejército, carácter indivisible del territorio nacional, garantía de la igualdad política de los ciudadanos, policía, decisión de elección de una lengua vehicular, planificación económica al nivel superior… Es el dominio del Imperium.
Hay otros dominios que, por el contrario, son de la competencia del dominium: las opciones culturales, las opciones de la vida privada (ocios), la elección de una lengua cultural.
El Imperium indica las obligaciones y las prohibiciones de hacer. El dominium contiene las libertades de pensar.
También Spinoza, después de Hobbes y Locke, ha descrito bien las nociones de Imperium y dominium. Dirá que el Imperium nos fuerza a actuar juntos, pero que el dominium nos permite pensar individualmente. De hecho, es simplemente un liberalismo fuerte, un liberalismo disciplinado.
Remito, por tanto, al lector exigente a Hobbes, Locke, Spinoza (poca gente sabe que Maquiavelo ejerció una gran influencia en el pensamiento de Spinoza).
Locke dirá: «La obediencia debe ser incondicional y sin desfallecimientos». La obediencia al Imperium. El liberalismo moderno no ha logrado hacerse obedecer; es por lo que va a desaparecer, desgraciadamente.
En función de la madurez de un pueblo o de un tipo de hombre (el hombre trivial o el hombre mutante), el dominium puede ensancharse o reducirse. La licencia cultural actual (USA-Europa) me obliga a decir que en 1982 hay que considerar desgraciadamente límites al dominium. En el ámbito cultural ya no estamos en la libertad, sino en la licencia. Y, más grave aún, en la psico-patología. Hay ahora una pintura, una música, una literatura netamente psico-patológicas. Esto ya no es de la incumbencia de la «libertad cultural», sino de la salud mental pública.
Y la salud mental pública es de la competencia del Imperium…
La glorificación de la pederastia (un ejemplo entre cien) es de la jurisdicción de los tribunales y del campo de reeducación «fuerte».
¿Por qué propugna usted el unitarismo y no el federalismo?
El federalismo es una forma bastarda, una forma no acabada de Estado. Todos los grandes Estados fuertes de la historia han sido final y forzosamente Estados unitarios (España, Francia, Inglaterra).
¿Cree usted que un nacionalista francés como Debré puede imaginar una Francia «federal»? La palabra puede encerrar sentidos diferentes. Por ejemplo, los USA eran realmente federales, al principio, en la época de su formación. Hoy son de hecho casi unitarios bajo el vocablo engañoso de Estado federal. Las leyes sobre el divorcio y el comercio son diferentes en los 50 Estados americanos. Pero la política exterior, las decisiones económicas y militares son rigurosamente de carácter unitario.
La sedicente «federación» de las repúblicas soviéticas es una irrisión. Felizmente. La Unión Soviética es un Estado unitario en un 98 %.
Cuando un Estado quiere ser fuerte marcha obligatoriamente hacia el sistema unitario.
¿Qué diferencia hace usted entre unidad y unión europea y por qué está usted a favor de la primera y en contra de la segunda?
Esta pregunta es casi idéntica a la anterior. Y mi respuesta será la misma.
El vocablo unión oculta una potencialidad de secesión. El concepto unidad tiene algo definitivo: es la indivisibilidad. La primera República francesa hacía de la secesión de un territorio uno de los crímenes más graves. Los marxistas, entre 1917 y 1922, atascados en su logomaquia de las «nacionalidades» (influencia de 1848 sobre el joven Marx) crearon sobre el papel el «derecho a la secesión» de cada una de las repúblicas. ¡Evidentemente, era una farsa! ¡Los ucranianos se han dado cuenta rápidamente!
La autodeterminación, querida a los marxistas, se remonta a la época de la guerra austro-prusiana, en 1866, y a las reyertas epistolares entre Lassalle, Proudhon y el tándem Marx-Engels. Hay muchísimo oportunismo «del momento», un oportunismo «coyuntural» en el principio de «autodeterminación nacional». Es la confusión intelectual más rabínica que hay.
El mejor historiador de la Unión Soviética, Edward Hallett Carr, subraya:
«Marx y Engels estuvieron constantemente dispuestos a sostener las reivindicaciones territoriales de Alemania sobre Polonia y al mismo tiempo a dar a Polonia compensaciones en detrimento de Rusia».
Todo esto traduce un empirismo de aficionado al día. Ninguna claridad. Peor que el empirismo era el oportunismo. El historiador inglés Carr concluye irónicamente el capítulo dedicado a la «Doctrina bolchevique de la autodeterminación», escribiendo: «Es sobre esta base un poco nebulosa sobre la que la Revolución de Octubre iba a tener que edificar su teoría y su acción…».
Nebulosa es lo mínimo que puede decirse.
Pero cuando la Unión Soviética se convirtió en un Estado, se condujo como todo Estado burgués en busca de poder. De hecho, la URSS es un Estado unitario detrás de la logomaquia marxista.
Prefiero la claridad de los jacobinos de 1791 a la prosa «nebulosa» de los marxistas. Sièyès domina con mucho a Marx en este terreno.
Mi conclusión personal es: quien quiere un Estado fuerte quiere un Estado unitario. Y mi descripción de Europa ha sido siempre, con toda evidencia, la de un Estado poderoso.
Usted habla de un Imperio de 400 millones de hombres. ¿Cómo lo ve usted?
Abra un atlas y eche cuentas. Sumando las poblaciones entre Dublín y Bucarest se llega a superar los 400 millones.
Frente a una URSS de 225 millones de habitantes.
En 1982 China acaba de superar los 1000 millones. A pesar de los loables esfuerzos de los dirigentes de Pekín de limitar los nacimientos, China tendrá 1200 millones de habitantes el año 2000. Entre el censo de 1964 y el de 1982, la población china ha aumentado 313 millones. En 18 años, 313 millones… es decir, 17 millones por año.
Los chinos sólo necesitan tres años para hacer una «Francia demográfica». Para dar vértigo a M. Debré.
Los hindúes de la señora Indira Gandhi acaban de superar los 700 millones de habitantes.
He ahí Estados continentales evidentes. Durante este tiempo hay idiotas que retrasan la entrada de España en el Mercado Común.
Actualmente, la Unión Soviética manifiesta una bajísima tasa de natalidad. En el año 2000 los chinos serán cinco veces más numerosos que los soviéticos (1250 millones contra 250). Ante tales cifras la evidencia es clara: la necesidad para la URSS actual de englobar los 400 o 450 millones de europeos «no rusos» y de edificar un Imperio viable, digno de crédito, aceptable, para 700 millones de europeos. De Vladivostok a Dublín, esto supone fácilmente los 700 millones. Con el mundo árabe del Oriente Medio y todo el Africa del Norte (necesidad geopolítica: el Mare Internum), la URSS podría presentarse en el año 2000 con aproximadamente 850 a 900 millones de Eurosoviéticos.
Si el Kremlin no logra realizar el Imperio Euro-soviético, debe prepararse a perder Siberia entre el año 2000 y el 2100.
La Europa hasta los Urales debe clasificarse en el reino de las «boutades», y de las «boutades» peligrosas a finales del siglo XX. Las leyes de la geopolítica y de la geoestrategia exigen el establecimiento de varias condiciones, una de las cuales es la «profundidad» del territorio.
Montesquieu expresó la importancia de la «vastedad del territorio» evocando la derrota de Carlos XII, que disponía de un ejército bien estructurado, bien disciplinado, frente a Pedro el Grande. Montesquieu dice: «No fue Poltava lo que causó la ruina de Carlos XII, sino la vastedad del territorio».
Gladstone declaraba el siglo pasado que «una gran política no puede concebirse más que considerando mapas geográficos de gran escala».
Sin la existencia de Siberia, la URSS hubiera desaparecido de la historia en octubre de 1941, cuando los carros de la 2ª Panzer del 4º Ejército (en la terminología del Ejército soviético, 4º Grupo blindado) llegaron a Krasnaja-Polnaja, a 22 kms al noroeste de Moscú. Guderian evoca ya, con fecha 28 de octubre, «la llegada de transportes rusos que venían del Este» (Siberia).
Más adelante, el Generaloberst alemán, en sus memorias, escribe: «El 17 de noviembre recibimos informaciones sobre la entrada en combate de los siberianos en Uzlovaja». Hacia el 5 de diciembre, el viento cambia. Sopla del Este. Hablo aquí en sentido figurado, alegóricamente. Siberia había salvado a la Unión Soviética.
Una Gran Europa sin Siberia sería inconcebible, suicida. Los «intelectuales de derechas» que sueñan con una Europa «solamente hasta los Urales» son ignaros. ¿Quieren a los chinos en los Urales?
La inviolabilidad del espacio siberiano está en la base de todo pensamiento geopolítico del Imperio Euro-soviético. El control absoluto del Mediterráneo, convertido en «Mare Internum», es su correspondencia en el oeste. La línea del Sahara es un minimum para nuestra seguridad ulterior. Voy a citar otra vez a Guderian. En este texto, sustituye «británicos» por «americanos». La importancia decisiva en 1940/41 lo es todavía más a finales de nuestro siglo.
«Es muy posible que sea su desconfianza hacia los italianos lo que ha impedido a Hitler llevar la guerra a Africa. Pero considero más verosímil que, prisionero de sus concepciones estrictamente continentales, no supo apreciar plenamente la importancia decisiva del espacio mediterráneo para los británicos». (Sacado de Erinne-rungen eines soldaten)
Los 400 millones de los que yo hablaba en 1963 ya ni siquiera dan la talla a finales de siglo. Tenemos que contrarrestar al gigante chino de 1200 millones de habitantes en el año 2000. De una China tres veces milenaria históricamente y cuyo poderoso sentimiento unitario tiene ya 2000 años.
¿Puede usted hacerme un esbozo del comunitarismo europeo?
Relea mis escritos de los años 1962 a 1967. Intentaré resumirlos aquí.
El comunitarismo es un comunismo desembarazado de los dogmas marxistas. El Estado unitario-comunitario impone su primacía frente a los individuos o los grupos. Nada se hace fuera del Estado, nada se hace contra el Estado, ni se hace sin el Estado. Eso es el Estado-Nación.
Marx ha demostrado con justicia, pero no ha sido el único, que el poder económico se infiltra, controla y, con frecuencia, monopoliza el poder político.
Un ejemplo entre otros: quien controla la prensa controla la opinión. ¿Quién controla la prensa? Quien tiene los medios económicos para ello: ayer los industriales, actualmente los lobbys publicitarios-partidos. Los lobbys publicitarios y los partidos parlamentarios están estrechamente imbricados.
El gran problema histórico que, hasta hoy, no ha sido todavía resuelto, consiste en hacer el poder político total, sistemáticamente independiente de los poderes económicos (industriales, grandes sindicatos obreros, lobbys comerciales, etc). El poder político debe disponer de una especie de inmunidad total de decisión.
El comunitarismo mantiene la propiedad, pero la limita. El comunitarismo mantiene la acción de beneficio, sin la que, a escala del hombre banal, apenas hay estímulo.
Para inmunizar al poder político frente a eventuales tentativas de presiones procedentes de fuerzas económicas, el comunitarismo concibe toda una gradación de la acción de propiedad que va desde la propiedad personal a la propiedad del Estado, pasando por la propiedad cooperativa, asociativa.
El comunitarismo reprime con tanta fuerza el fraude social (falsos enfermos, falsos parados, huelgas, sabotajes) como el fraude fiscal. Hasta ahora, los regímenes burgueses son muy indulgentes frente al fraude fiscal, y los gobiernos de demagogos están afectados de ceguera voluntaria respecto al fraude social.
No hay sitio para la huelga en el comunitarismo. Admitir la huelga es admitir la ausencia de estructuras adecuadas de Estado para regular los conflictos sociales o de producción.
La idea central del comunitarismo, y en lo que se distingue claramente del concepto económico marxista, es la relación entre el estatuto y la dimensión.
El Estado marxista quiere nacionalizar desde la industria militar hasta el lechero.
El Estado comunitarista, inspirado por (a) la eficacia, (b) organiza la economía en estructuras (o estatutos) diferentes: una empresa de 5 personas, una empresa de 500 personas, una empresa de 5000 personas no pueden, en términos de eficacia y de eficiencia, requerir las mismas soluciones. (Eficacia: que produce el efecto esperado; eficiencia: que produce el mismo efecto, pero al máximo).
El período NEP en la Unión Soviética ha constituido un esbozo muy parcial de comunitarismo. La NEP ha sido una especie de comunitarismo a escondidas, de comunitarismo vergonzante.
En el comunitarismo se precisan límites: la propiedad privada no puede superar una superficie agrícola dada, una fortuna fiduciaria determinada, un número de empleados-obreros (500, 5000, hay que definir esto época por época).
La propiedad colectiva asociativa, regional, municipal, cooperativa, etc) comienza en 500 o en 5000, cifras dadas a título totalmente gratuito.
La propiedad de Estado empieza a 5000 o 50000 obreros en una sola y misma empresa.
El comunitarismo inserta en su derecho la responsabilidad colectiva.
Esto requiere una explicación.
Cuando 500 diputados hacen el idiota, como en 1939, cuando los diputados franceses arrastraron sin preparación a Francia a una guerra que debía perder, nunca son castigados. Cuanto más amplio y más numeroso es el círculo decisional, más se borra la penalización.
Un industrial aislado que conduce una fábrica a la quiebra fraudulenta se encontrará en la cárcel. La misma fábrica, en nuestros sistemas actuales, conducida a la misma quiebra fraudulenta no será jamás sancionada ni penalizada en la cabeza de sus dirigentes, a condición de que éstos sean numerosos (sindicatos, cooperativas).
Hay que hablar aquí igualmente de la pretendida autogestión. Esto merece algunas líneas. Hay todavía un enorme sector del socialismo inspirado por una reacción emocional a la autoridad, a la autoridad y a la responsabilidad. Otto Klineberg, de la Columbia University, pone en evidencia (cito) que: «…la hostilidad hacia el padre puede manifestarse de muchas maneras, por ejemplo, mediante la rebelión contra la autoridad en general y las actitudes económicas y políticas que son su consecuencia». Fin de la cita.
Hay páginas grotescas del psiquiatra Gérard Mendel sobre Marcuse: «…los héroes culturales de Marcuse son Narciso y Orfeo…, ciertamente, no Prometeo, en el que ve el héroe arquetípico del principio del rendimiento…». Volvemos aquí a la economía.
La actitud del joven que sale de la adolescencia y que simultáneamente pide dinero a papá y rechaza la autoridad de papá se encuentra en el socialismo electoral aquí, en Europa occidental.
Se nos machaca los oídos con la autogestión, se nos dice que sería el remedio-milagro. De hecho, estos socialistas demagógicos piensan que: «…el Estado nos dará capitales y subsidios y no hará actos de autoritarismo controlando la fábrica. Somos nosotros quienes decidiremos cómo gastar». Es la autogestión con salsa demagógica. Quieren «autogestionar» lo que no han creado, apoderándose de fábricas creadas por otros: quieren «autogestionar» lo que de ningún modo hubieran podido crear por sí mismos.
Es el hijo que dice a su padre «dame dinero para comprar una moto Kawasaki y no metas las narices en mis cosas».
Esta autogestión entre comillas la conocemos bien en Bélgica, en Walonia en plena decadencia. Se vocifera y se gesticula todos los días en las calles para «exigir» del Estado central belga miles de millones de francos destinados a enjugar las enormes faltas de gestión de los social-separatistas. Esta autogestión no tiene sitio en el comunitarismo.
Por el contrario, podría existir, en el marco del comunitarismo, otra forma de autogestión. Una autogestión responsabilizada. Autogestión en la que una colectividad (sindicato, asociación, Municipio) obtiene un préstamo de inversión y hace fructificar este capital mediante una gestión sana.
Ya he dicho que el comunitarismo era un comunismo desmarxistizado. Puedo añadir que el comunitarismo recoge objetivos socialistas, pero no ya en una forma logomáquica e irresponsable, sino en una forma totalmente responsabilizada.
Como caricatura de la época, podría decir que el comunitarismo es un socialismo o comunismo «de pelo corto», en oposición al socialismo demagógico, desaliñado, «melenudo».
He dicho más arriba que no había sitio para el concepto de huelga en el comunitarismo. Es el momento de añadir que no hay sitio para el concepto de «parado» en estructuras comunitaristas.
Era ya la opinión de Stalin y de Hitler. Es también la mía. El paro debe ser un corto momento entre dos empleos.
¿Qué vemos en la actualidad? 15 o 20 millones de inactivos (Mercado Común) que se complacen o a quienes se deja complacer en la inactividad.
«Un buen diploma para terminar en un buen paro» se ha convertido en un eslogan sugerido a demasiados jóvenes.
Desde la toma del poder por los nacionalsocialistas en Alemania los parados fueron alistados, militarizados. Es la experiencia en la que tuvo éxito el Dr Todt. En cinco años se organizó la red alemana de autopistas.
¿Qué piensa usted de la democracia y del parlamentarismo? ¿Quién enterrará al otro, Europa o el parlamentarismo?
Me harían falta por lo menos 500 páginas para contestarle. La democracia es un sistema particularmente absurdo en una sociedad muy desigualitaria, como la nuestra. Es una feria de demagogia, la denigración instaurada en sistema de obstrucción sistemática, la irresponsabilidad del número. Cuanto mayor es el grupo decisional, más irresponsable pretende ser. Si me queda suficiente tiempo de vida, espero escribir un análisis del principio democrático.
Imagínese que en un barco se escoja el capitán después de elecciones entre la tripulación o los pasajeros.
Por lo que concierne a la formación de Europa, el parlamentarismo no resolverá nada. Un parlamento es estéril por esencia. En la historia ninguna nación ha sido jamás dada a luz por un parlamento.
Los parlamentarios viven en la dimensión trivial. La historia se hace en la dimensión trágica.
¿Es usted de derechas o de izquierdas? ¿Qué significan estas dos palabras para usted?
Recordaré una vez más a Ortega y Gasset. Me gusta mucho citarle. Pareto y él son mis dos «maîtres à penser». En el prólogo a La rebelión de las masas, Ortega escribía en 1926:
«Ser de izquierdas o ser de derechas es escoger una de las innumerables maneras que tiene el hombre de ser un imbécil; las dos son, en efecto, formas de hemiplejia moral».
Hay una palabra mejor que hemiplejia y es hemianopsia. Evidentemente, Ortega no era optometrista.
La significación de izquierda traduce en 1830, en 1848, en 1872, en 1982, actitudes absolutamente diferentes. La mayor parte de los partidos de derechas han comenzado a la izquierda. Esto es particularmente cierto en Francia de 1789 a nuestros días. Pero todo esto es pequeña cocina que desprecio.
El izquierdismo no es más que un virtuismo verbal. Es una actitud retórica. Es de buen tono ser de izquierda, hace parecer filadelfo (Amigos del Género Humano), generoso, «ilustrado y progresista». Detrás de esta fachada, las cosas son muy diferentes.
Ser de derecha, como quieren otros, es hacer despliegue de la Tradición (con mayúscula, desde luego), es evocar un pasado feliz, absolutamente mítico, que no ha existido.
Busquemos ahora explicaciones más científicas. Apliquemos el análisis paretiano, utilicemos la psicología para definir derecha e izquierda y las faunas que apelan a ellas.
En la sociología de Pareto, con sus seis clases de residuos y sus cuatro clases de derivaciones, tomamos las clases de residuos 1 y 2. En Pareto, la 1ª clase es la del «instinto de las combinaciones». La 2ª clase es la de la «persistencia de los agregados». Esta observación vuelve a encontrarse en muchos autores modernos en psicología, bajo nombres diferentes. La clase 1 está más desarrollada en un joven adulto que en un viejo adulto. Y al contrario, cuanto más se envejece, más se refuerza el residuo de la clase 2. El espíritu escolástico depende de la clase 2. El cambismo, la neofilia dependen, por su parte, de una hipertrofia de la clase 1. El progreso es debido a una acción de los residuos de la clase 2 templada por una contra-acción de los residuos de la clase 1.
Esquematizando mucho, se podrían comparar los residuos 1 (combinación) a la estimulación y los residuos 2 a la inhibición. Es la pareja motor/freno que, en fisiología, vuelve a encontrarse en la pareja sistema simpático opuesto a sistema parasimpático.
Este esquema de organización se encuentra en todas partes en la vida. Incluso en farmacología.
En una sociedad equilibrada, los residuos 1 y 2 se expresan de manera comparable en intensidad. En sociedades desequilibradas, sociológicamente patológicas, pueden dominar los residuos 1 0 2. Por ejemplo, el sistema de los «coroneles religiosos» en Grecia, de 1967 a 1974, correspondía a una hipertrofia de los residuos 2. Por el contrario, el «desbarajuste portugués actual» o el delirio filadélfico del equipo Mitterrand corresponde a un exceso de actividad de los residuos de tipo 1. Es el cambismo, la neofilia.
También se pueden situar derecha e izquierda del modo siguiente. La izquierda sitúa a la perfección en un futuro mítico. Y la derecha sitúa a la misma perfección en un pasado igualmente mítico.
La virtud de los antiguos romanos, el coraje de los espartanos, la sabiduría de los reyes de Francia, todo esto forma parte del arsenal ideológico de la derecha.
La izquierda, por su parte, no deja de eructar contra el oscurantismo (con toda justicia, frecuentemente), el capitalismo, el imperialismo, el colonialismo. Ignora la noción de colonizadores para no emplear más que la de colonialistas…
El mundo será perfecto, según los izquierdistas, cuando ya no haya generales, Estados, patronos. Todo eso es evidentemente muy cándido. Pero se vende estupendamente en el mercado electoral.
Un autor inglés (H.J. Eysenck, The Psychology of politics, 1954) opone a la expresión lineal izquierda-derecha, un esquema más elaborado, basado en el temperamento. En abcisas el continuum izquierda-derecha y en ordenadas los temperamentos, que van del autoritario al laxista. Eysenck ha utilizado equivocadamente, en mi opinión, democrático en vez de laxista. El esquema de Eysenck es mucho más válido. Permite explicar cómo un stalinista y un hitleriano están relativamente cercanos. Lo están por su temperamento, autoritario con toda evidencia.
En cuanto a mí, me considero, para contestar a su pregunta, como un materialista científico y por tanto siempre en estado de «curiosidad intelectual activa». Aceptar ser de izquierda o aceptar ser de derecha es colocarse en estereotipos humanos o intelectuales. Sería, desde luego, un insulto a mi inteligencia. Y concluyo como Ortega y Gasset.
Debo añadir todavía algunas palabras. No creo que el pasado sea un ejemplo, sino un ejemplo de lo que no hay que hacer, de lo que hay que evitar que se repita. En esto es en lo que la historia es tan preciosa. Esparta se ha hundido. En Roma reinaba la corrupción y los reyes de Francia acabaron entre la mesa y la cama. De Luis XIV a Luis XVI, la mayor ocupación «política» consistía en proveer su cama de bonitas mujeres fáciles o en proveer su mesa.
La solución se encuentra evidentemente en el futuro. Pero para alcanzarlo, habrá que usar medios a-humanos o incluso medios inhumanos. El futuro sobrehumano, la mutación del hombre trivial actual hacia el hombre nuevo, el superhombre, se hará con procedimientos absolutamente extraños a la filosofía ingenua y laxista de las gentes llamadas «de izquierda».
La izquierda y la derecha son antisimétricas. Este carácter aparece todavía mejor en los extremos. La extrema izquierda es rigurosamente anti-simétrica de la extrema derecha. Se alimentan, en indignación, una de otra. A favor o en contra del divorcio (Italia), a favor o en contra del aborto, a favor del «pobre emigrado» o contra el «sucio emigrado».
El otro es el diablo. Cuando Jeune Europe se ha borrado hacia 1966/67, el grupo comunista chino del abogado Graindorge ha desaparecido poco después. Ya no encontraba con qué alimentar su necesidad de detestación, su necesidad de odio. Le faltaba «el enemigo simétrico». Los dos extremos, izquierda y derecha, se neutralizan y aseguran así la tranquilidad del «centro podrido».
Por lo que concierne a la opción de carácter de izquierda o de derecha, tengo una explicación psiquiátrica personal. Pienso que los jóvenes (16 a 25 años) muy activos en la extrema izquierda están buscando una madre colectiva (el socialismo melenudo). Por el contrario, los jóvenes de la extrema derecha buscan un padre colectivo.
Una nación que estuviera hipotéticamente organizada sobre la voluntad del «bien de» sería una nación de ciudadanos. Los hombres de izquierda de 1793 querían sinceramente una nación de ciudadanos. Los hombres de izquierda de 1982 quieren una nación de beneficiarios de subsidios.
Roma antigua distinguía entre plebs y populus. Esto se ha olvidado en nuestros días.
Las nociones de «bien de» y de «bien para» se deducen de la obra de Pareto. En Bertrand de Jouvenel las mismas nociones se llaman «medios de acción» y «medios de goce». Personalmente, yo utilizo «medios de poder» y «medios de goce».
De pasada, debo citar una admirable y oportuna frase del griego Demodocus: «Si sabe lo que es útil a una ciudad, no es necesaria la discusión; si no lo sabe, la discusión no se lo enseñará». Fin de la cita.
Los sistemas electorales son concebidos esencialmente en el marco general de la superchería, del espectáculo. El político-poeta Critias (muerto en 403) ha escrito un drama satírico titulado Sísifo. Critias pone en boca del protagonista principal una nueva teoría del Estado según la cual éste no descansa en la fuerza, sino en la superchería.
A propósito de la manía electoral, hay que notar la poca convicción de sus propios partidarios. A los dos días de las elecciones, los demagogos vuelven otra vez a hacer bajar a la calle a la plebe para gesticular, vociferar e intimidar. Tome el ejemplo de la Francia de Mitterrand. El parlamentarismo no tiene ya la menor majestad, la menor responsabilidad. Todo ocurre fuera del parlamento. Las centrales sindicales son de hecho mucho más poderosas que los diputados y senadores. Es así como un sistema descalifica a sí mismo. Sin contar con el secuestro regular de los cuadros y de los patronos. Sin contar con la ocupación ilegal de las fábricas e incluso la venta de las mercancías (robo puro y simple) por los huelguistas «ocupantes».
¿Tiene conciencia el europeo decadente de estar ocupado por los americanos y por los rusos?
Aquí, en el oeste, el hombre de la calle no tiene conciencia de la ocupación americana. En primer lugar, porque es ignorante en historia. Luego, porque su situación material es buena y las estructuras políticas no le preocupan, o poco menos. Luego, porque está literalmente machacado por 37 años de lavado de cerebro a propósito de nuestros «liberadores» (sic: ver Dresde en 1945) que, hoy, defienden la «libertad» y los «valores pluralistas».
La ocupación americana corresponde a la correa floja, la ocupación rusa a la correa corta. Las dos utilizan sultanes-bidones (cfr supra), es decir, autóctonos-tapones.
Hay que ser un profesional de la información política para saber qué conexiones unen a Mitterrand con el lobby americano-judío, por ejemplo. Para el primo francés, Mitterrand es un buen muchacho nuestro, salido de la «Francia profunda».
Durante la guerra 1940/44, Francia y Bélgica conocieron la ocupación alemana. Esta ocupación era relativamente discreta en la vida diaria. En tanto que hubo alimentos en los almacenes, no se manifestó ningún sentimiento popular antialemán. Sobre todo en Bélgica. Pero en cuanto faltaron los alimentos, tomó auge el sentimiento antialemán. Por orden de la Propaganda-Abteilung, la vida debía continuar como «antes de 1939». Los periódicos no cambiaron de título… sino de periodistas y de temas. El mercado negro fue tolerado por diversas razones, pero sobre todo como válvula de seguridad. Algunos especialistas de las policías alemanas estimaron más tarde, hacia 1943/44, que no había que reprimir el mercado negro, pues reclutaba en los ambientes marginales que hubieran sido capaces de hacer «resistencia activa». Del mercado negro al terrorismo pseudo-patriótico sólo había que dar un paso. Eran los mismos especímenes sociales: los marginales, dispuestos a muchas cosas.
Este mismo fenómeno se observa en Córcega, a finales de 1982. El racket (chantaje) privado y el terrorismo «político» están estrechamente mezclados, imbricados uno en otro.
Los americanos conocen todos los métodos de cloroformizar a los países ocupados. Los ocupantes utilizan una clase-tapón, una pseudo-clase dirigente de origen local.
En Europa del Este, la quiebra económica del sistema marxista hace las cosas más difíciles para el Kremlin. Ya ha debido cambiar de clase-tapón. La primera ola de colabos pro-rusos en Europa del Este contenía un considerable porcentaje de judíos. Hay que pensar que no dieron satisfacción a los soviéticos. La mayoría fueron liquidados, ahorcados o fusilados.
Sobre la utilización de los judíos por Moscú se puede poner de relieve lo que Milovan Djilas escribe en Conversations avec Staline. Cito: «En nuestro Comité Central no hay judíos -interrumpió Stalin con una risa sarcástica- ¿Usted también es un antisemita, Djilas, no es cierto?». Un poco más adelante, Djilas escribe: «Alababa la manera en que el camarada Zhdanov había expulsado a todos los judíos del aparato del Comité Central, al mismo tiempo que adulaba al Politburó húngaro, que en esta época (nota de la redacción: entre 1945 y 1948) estaba compuesto casi por completo por emigrados judíos. Esto me hizo pensar que, a despecho de esta máscara antisemita, el gobierno soviético encontraba cómodo tener judíos a la cabeza de Hungría, siendo éstos desarraigados y por tanto estando más fácilmente a sus órdenes». Fin de la cita.
Slansky (su verdadero nombre era Salzmann) fue liquidado en 1952, después de haber sido acusado, con razón, de pro-sionismo. Entre 1952 y 1956 los soviéticos cambiaron de clase-tapón. Ya están en la segunda generación.
Aquí, en el oeste, los colabos de los ingleses (1940/44) se convirtieron rápidamente en los colabos de los americanos.
Por regla general, las masas se dan poca cuenta, o no se dan cuenta, de una ocupación. Esto fue cierto con los alemanes al principio de la guerra en Francia y en Bélgica. Luego, con los americanos y los soviéticos. Las masas no se interesan por lo que ocurre en las alturas del poder. Las masas se burlan de la Historia (con mayúscula). Las masas quieren supermercados llenos de mercancías.
A este respecto, el Muro de Berlín (Muro de la Vergüenza, según la propaganda americana) ha debido ser construido no a causa de la penuria de «libertades políticas» sino a causa de la penuria de bienes de consumo. Imagine un momento la hipótesis de 1955, de una Alemania Federal en la que reinan simultáneamente un cierto laxismo (simulacro de libertades) y una gran penuria de bienes de consumo. Y, del otro lado, en la Alemania comunista, una terrible disciplina de hierro, un totalitarismo implacable, pero acompañado de una gran abundancia de bienes de consumo. ¿De qué lado irán las masas? Del lado de la abundancia de bienes y no del lado de las «libertades». Para las masas europeas es casi imposible tener conciencia de la ocupación americana. Los almacenes están llenos de comestibles.
¿Qué importancia tienen la Asamblea Parlamentaria de Estrasburgo, el Consejo de Europa, etc?
Hay que distinguir tres estructuras. El Parlamento Europeo, fábrica de chácharas, como diría Lenin. Totalmente inútil. El Consejo de Ministros: es la Europa de las Patrias, tan querida a De Gaulle. Un cesto de cangrejos nacionalistas. De nacionalistas fijados, de nacionalistas estrechos. Sobre todo no de nacionalistas europeos. En tercer lugar, la Comisión. Este es el único órgano muy positivo, animado por una apertura a la Europa supranacional. Son técnicos. Hacen un buen trabajo administrativo, técnico, jurídico.
¿Qué piensa usted del Mercado Común?
El Tratado de Roma, firmado el 25 de marzo de 1957, contiene notables disposiciones. Por ejemplo, el principio de la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales. El establecimiento de un régimen que asegure que la competencia no es falseada por los monopolios o por el mezquino proteccionismo nacional. La instauración de una política común en el dominio de los transportes. La institución de una Banca europea de inversiones.
Algunas de estas disposiciones positivas son aplicadas, otras han quedado como letra muerta, otras son saboteadas sistemáticamente por Francia e Inglaterra. En el Mercado Común, la sinceridad de los firmantes varía. Los más sinceros son los Países Bajos, Bélgica, Alemania, el Gran Ducado e Italia. Los tramposos permanentes en el interior del Mercado Común son Francia e Inglaterra. Porque tienen una estructura industrial débil, arcaica. Débil en Francia, arcaica en Inglaterra.
Los que son fuertes industrialmente hablando son los buenos jugadores en el seno del Mercado Común. Los que son débiles industrialmente son los malos jugadores. Los fuertes siempre han sido partidarios del libre cambio. El proteccionismo es el arma de los débiles, de los inadaptados.
El Tratado de Roma de 1957 no contiene ninguna disposición que prevea la creación de un ejército europeo. Y toda la tragedia está ahí. La Europa del Mercado Común es una Europa eunuca, castrada.
En 1954 se hizo una tentativa de creación de Ejército europeo. Fue torpedeada por los franceses. La coalición anti-CED (Comunidad Europea de Defensa) contenía a los gaullistas, las habituales marionetas de Moscú y la judería guiada por Mendès-France. Incluso el ridículo pequeño «Conde de París», último vástago de la realeza, aprovechó para poner su grano de sal. El 28 de agosto de 1954, en la votación de la moción Aumeran, el parlamento francés, la «Asamblea Nacional», rechazó el principio de un Ejército Europeo (CED) por 319 votos contra 264 y 12 abstenciones.
Históricamente, fue una tragedia. Que hizo y hará perder a Europa 40 o 60 años en la historia de la formación de su unidad.
Pero esto no ha sido suficiente. La demagogia de los jefes sindicales, que ha debilitado el instrumento de trabajo de manera gravísima (Francia es incapaz de fabricar un aparato fotográfico, una máquina de escribir, el menor instrumento de oftalmología, etc) ha llevado a los patronos a volverse hacia la automatización industrial. Bajo la presión de los acontecimientos se han logrado enormes progresos técnicos. Y estos acontecimientos son las huelgas, el absentismo obrero del lunes (la vuelta del fin de semana), la demagogia incesante. Una vez más la tecnología va a salvar lo que esta en juego en la aventura humana. La condición obrera ha mejorado de forma espectacular entre 1880 y 1980. Este progreso no se debe a Proudhon ni a Marx, sino a la tecnología industrial.
¿Hay un problema demográfico en Europa? En caso afirmativo, ¿cuáles son sus incidencias políticas y sociales?
Hay una relación directa entre la calidad de la vida y el número de hijos por matrimonio. Un alto nivel de vida corresponde a un freno de la natalidad. Por ejemplo, en Alemania Federal.
Hay otros factores, desde luego. Pero, por regla general, cuanto más elevada es la calidad de vida (clase social acomodada) menor será la natalidad. Hacer hijos parece una actividad de pobres. El instinto de reproducción -un instinto ya inscrito en la escisiparidad- sigue siendo poderoso. Actualmente, las mujeres jóvenes programan la llegada de sus hijos gracias al uso inteligente de métodos anticonceptivos. Los matrimonios tienen menos hijos que antes. La mortalidad infantil se hace razonable. Era horrorosa hace todavía cien años y demencial hace 150 años.
Louis-Ferdinand Céline ha hecho de ello el tema de su tesis de medicina en 1924: La vie et l´oeuvre de Philippe-Ignace Semmelweis. El problema demográfico debe ser comprendido a dimensión mundial, a dimensión planetaria. El universo solar conoce actualmente una explosión demográfica alucinante. Veamos algunas cifras:
Se estima que en el año -15000, a finales de la glaciación de Würm, había 10 millones de seres humanos en el planeta;
en el año -10000 se habían decuplicado y eran 100 millones.
Después de haber pasado, en tiempos de Julio César, a 250 millones.
En 1830 la especie humana alcanza sus primeros mil millones.
Entre 1830 y 1930 la población terrestre se duplica.
En el momento del Gran Crack de Wall Street éramos dos mil millones.
En 1982, somos 4 mil millones.
En el año 2000 seremos 7 mil millones (salvo guerras o medidas anticonceptivas en Africa, Asia y América del Sur).
Para 2030 (dentro de sólo 50 años) seremos 14 mil millones. Es demencial.
El problema no es aumentar la población de Europa, que ya es excesiva. El problema será decir a las gentes de Africa y Asia que tendrán que limitar sus nacimientos o ser destruidos. Se puede considerar la hipótesis, en el año 2010 o 2020, de guerras de pura eliminación humana.
Pues el ascenso demográfico se debe a las subrazas, a estas razas intelectualmente estériles que hasta 1850 ignoraban la rueda, la escritura, el cálculo. Es el ascenso de los pobres, de los incapaces.
Mi primera observación es la siguiente: no hay que considerar en absoluto un aumento de la natalidad en Europa, sino impedir por todos los medios -desde la persuasión a la guerra de eliminación- el ascenso de los negros, de los verdes, los azules y qué sé yo qué más.
La élite dirigente en la India y en la China comunista hace todo lo posible por frenar la natalidad. Sobre todo en China. Esta élite es consciente de sus responsabilidades. No ocurre lo mismo en Africa, en Indonesia, en Brasil…
Desde el consejo un poco irónico de Malthus, que predicaba la continencia a los pobres, las cosas han evolucionado mucho. Se ha llegado casi -y felizmente- a la contracepción de los pobres. Malthus había observado -y era exacto en su época- que las poblaciones crecían más deprisa que la producción de alimentos. Malthus ha influido a Darwin. Darwin ha influido a Marx. Y Marx, que ha metido las narices en todo, ha sido antimalthusiano con argumentos ridículos, con argumentos polémicos como el de la malvada «propiedad privada». Fourier y Proudhon se han ridiculizado igualmente en el plano socio-científico.
En 1955 hubo en Francia una famosa reyerta entre Thorez y los médicos comunistas a este respecto. Hoy todos los dirigentes comunistas han sido ganados para una disciplina natalista moderna.
Personalmente, creo que la preocupación de Malthus en cuanto a la relación población/subsistencia está ampliamente superada. Lo que nadie parece haber advertido antes que yo.
El ascenso social se expresa entre otras cosas por la ampliación territorial de una familia-tipo. Una familia burguesa de 1880 se contentaba con un apartamento de 4 o 5 habitaciones en la ciudad. La misma familia burguesa de 1980 se construye su chalet en la zona periférica verde de una gran ciudad, posee una residencia secundaria y un emplazamiento para su yate o velero, llegado el caso. En cien años, la misma familia, la misma muestra social ha aumentado sus necesidades territoriales por cinco o por diez. Una ciudad como Bruselas, con la misma población sin cambios (1 millón de habitantes), ha cuadruplicado su superficie en 50 años. Los ricos y las gentes acomodadas han hecho construir en los alrededores. Un signo importante de la calidad de vida es el jardín personal. Los burgueses lo saben bien. Y tienen razón.
Mi teoría personal del neo-malthusianismo es que, por una parte, el nivel de vida se eleva con necesidades de territorios familiares (playa, mar, periferia) acrecentadas y que el planeta no es extensible. Ahí está el verdadero problema.
Las razas negras, amarillas, verdes y azules que actualmente proliferan sin reservas van a comprometer nuestro estilo de vida atestando el planeta. Si es que no reivindican incluso venir a invadir nuestras tierras de Europa o de los USA o del Canadá… Desde ahora, hay que escoger entre la Ratópolis de los cristianos y la Heliópolis del hombre mutante, de este post-homínido que voy a describir pronto.
La criminalidad bestial de los HLM franceses o de los bajos fondos neoyorquinos negros podía preverse. Desde hace 40 años han sido hechas numerosas experiencias de superpoblación sobre ratas en varias universidades.
Incluso en nuestros países avanzados los hombres viven ya en conejeras de hormigón. Conejeras de conejos o conejeras de ratas. Mi segunda observación será: la tierra habitable no es extensible en absoluto y las necesidades territoriales individuales crecerán con el progreso.
También está el problema del biotopo. Todos conocen la tragedia de la deforestación que asola la tierra desde hace más de 2000 años. China abrió el baile. Igualmente, la desertificación del centro de los Estados Unidos recientemente (hacia 1925/1930) por el cultivo intensivo del trigo en tierra de praderas. El trigo ha expulsado al césped. Ahora es la arena la que expulsa al trigo.
Ya somos demasiado numerosos con 4 mil millones de hombres en la Tierra para el respeto del biotopo. Me parece que el maximum absoluto debe ser de dos mil millones. Mi tercera observación será por tanto: relación de equilibrio entre biotopo y población mundial.
Evidentemente, mi discurso será mal recibido entre los curas en busca de almas, los capitalistas en busca de consumidores, los demagogos en busca de electores. Pero yo tengo razón contra todos estos irresponsables.
Pasemos ahora a la calidad de la raza entre nosotros, en el interior de nuestras sociedades blancas evolucionadas. La política demográfica debe ser selectiva, cualitativa. Es criminal conceder subsidios familiares para hijos de alcohólicos, para hijos tarados de padres tarados. Ese famoso cuarto mundo con el que se nos da la torrada es la escoria. Un simple reportaje televisado sobre los vagabundos de París le enseñará qué es ese cuarto mundo. La política de subsidios familiares debe ser selectiva. Algunas parejas tienen el deber político de procrear 4 hijos. Otras tienen el deber formal de hacerse esterilizar. En la televisión belga he asistido a emisiones demenciales, inspiradas por los intelectuales cristianos, sobre los tarados. Se hacen héroes de estos tarados. Se ha realizado un programa sobre el tema del «derecho a la sexualidad y a la familia» para disminuidos, tarados formales. ¿Para cuándo una nueva película italiana, un nuevo Satiricon sobre los amores de un Encolpio con bocio, de un Ascilto sifilítico hereditario y de un Giton alcohólico patológico?
Ninguna política de natalidad puede concebirse fuera de una estricta eugenesia, de una eugenesia positiva, selectiva. La mujer sana debe recibir del Estado un apoyo financiero total para procrear 3, 4, incluso 5 hijos. Estas procreadoras de alta calidad deben ser liberadas de toda preocupación material y financiera.
Nuestros hospitales están llenos en un 80 % por lo menos de tarados físicos o mentales. Pues en algunos países es de buen tono beber, cuando no ser alcohólico. Alcoholismo cultural. Mendès-France, al que habitualmente no trato con miramientos, ha intentado en vano luchar contra el alcoholismo. Hay que saludar esto. En Francia, actualmente, el déficit de la seguridad social corresponde exactamente al costo de los cuidados dados a las gentes afectadas por las consecuencias del alcoholismo, entre ellas la locura o los accidentes de carretera (agresividad alcohólica). En una sociedad racional, las enfermedades del tabaco y del alcohol no deben estar a cargo de la colectividad. El cáncer del fumador debe cuidarse en hospitales penitenciarios.
En una sociedad solidaria, comunitaria, comunista, el que se destruye el cuerpo y el espíritu se convierte en un incivil, en un delincuente.
Otro punto a tocar es el de la cantidad de hombres ordinarios que habrá que mantener para asegurar la perpetuación de la especie, y luego, pronto, su mutación controlada. Desde ahora hay que imaginarse el post-homínido.
Y después de haber examinado el problema cualitativo entre nosotros, hay que examinar el problema cualitativo a escala planetaria. La reproducción por sexualidad constituye un progreso determinante sobre la reproducción por escisiparidad. La sexualidad permite una mezcla continua, una redistribución continua de las cartas genotípicas.
La muerte individual no tiene otra razón que hacer sitio a este sistema de recombinación. La recombinación juega un papel fundamental en la evolución de los grupos vivientes, entre ellos el grupo humano. El papel de la sexualidad es ofrecer un proceso innovador permanente a la especie. Y no hacer vender la revista Playboy.
Gracias a esta mezcla enorme, en un momento u otro un gen hasta entonces inexpresado podrá manifestarse en una combinación favorable. Hace falta, pues, una cantidad mínima de hombres para esta mezcla continua. Pero no una cantidad ilimitada. Con uno o dos mil millones de especímenes humanos hay más que suficiente para perpetuar esta extraña lotería genética. En tanto que se haga con dos mil millones de buenos especímenes y no con 10 o 15 mil millones de especímenes inferiores o inútiles.
De los 4 mil millones de hombres que atestan el planeta, la gran mayoría no representa más que tubos digestivos dotados de palabra. Muchos son analfabetos, muchos sufren debido al ambiente la agresión de gran cantidad de taras físicas y psíquicas.
Debido al cosmopolitismo creciente (transportes fáciles, migraciones fáciles) se asiste a un innegable fenómeno de contra-raciación. Esto significa de contra-diversificación. En la especie humana el fenómeno de interesterilidad no ha aparecido (como en algunas especies animales) y ahora ya no tiene ninguna oportunidad de aparecer.
La teoría novelesca de Hitler sobre la raza superior contenía ciertamente, de una parte por pura intuición, pero de otra, también por observación, algunas intenciones dignas de retenerse. Aunque nada más fuera la intención eugenista. La ciencia nos demuestra ahora que la mezcla es positiva. Pero entonces se plantea el gran interrogante: ¿Qué especímenes hay que incluir en esta mezcla? ¿Blancos, amarillos, verdes, azules? ¿Todos o solamente algunos?
No se puede evocar seriamente el problema demográfico mundial sin ligarlo permanentemente con el de la calidad general de la especie humana banal. Va a haber que decidir con qué muestras humanas ordinarias será posible pasar al hombre-mutante, al post-homínido.
La tecnología también ha modificado la relación entre nivel de vida (de un jefe o de un acomodado) y el número de hombres a explotar para alcanzar este nivel. Luis XIV debía hacer sudar a 10000 jaiques allí donde ahora bastarían 100.
El problema demográfico debe abordar igualmente la manera de envejecer. Y la manera de envejecer está estrechamente ligada con la salud pública, con la higiene de vida.
De entrada, hay que subrayar que el retiro legal a los 60 años, y, en la actualidad, el pre-retiro a los 55 años son una demostración suplementaria del cretinismo demagógico. Ante la crisis económica no se ha encontrado en Bélgica nada mejor que animar, como en Francia, el retiro de gentes que todavía podían trabajar por lo menos 10 años.
Un hombre de salud media puede trabajar fácilmente hasta los 65 años y un hombre que haya llevado una vida atlética sigue siendo útil fácilmente hasta los 70 años.
La prolongación de la duración de la vida debería conducir, con toda lógica, al retroceso de la fecha de recepción de la jubilación. El problema de la salud de la 3ª edad me resulta bien conocido por mi profesión. Veo envejecer a las gentes y las veo perder la vista. Veo que no tienen miedo. En una palabra, las veo envejecer mal y estar mal preparadas para la muerte. También veo que se han vuelto inútiles en una sociedad anónima.
Una sociedad en la familia ha sido prácticamente destruida.
Para volver al problema de la demografía y a su examen bajo una luz sociológica, digamos, en primer lugar, que hay que concebir gentes de edad avanzada con buena salud. Esto es posible después de una vida entera llevada en la higiene, en los deportes. El viejo deteriorado constituye una triste carga para la sociedad. El viejo cuyo espíritu sigue estando vivo y en buena salud todavía es útil. Es un espectáculo que alegra mucho.
Dada la extensión de la duración de la vida, hay que prever para el futuro un cambio de profesión hacia los 40/50 años, una vuelta a los estudios de dos años y la elección de una nueva profesión que permita recomenzar una vida a los 50 años y trabajar hasta los 65 o 70. El problema de la monotonía profesional merece un estudio atento. El problema del mal rendimiento de la mayoría de los empleados y obreros de fábrica se debe al hecho de que no tienen el sentimiento de ser creadores. Antaño, el artesano amaba su oficio. El ebanista, el carpintero, el herrero, sentían íntimamente su producción. Se proyectaban, de manera muy personal, muy íntima, en lo que producían. Muchas enfermedades psicosomáticas modernas se deben a conflictos o a inapetencias de trabajo.
Personalmente, estimo que cada individuo debería haber ejercido dos profesiones en su vida. La primera, de los 25 a los 45 años, y la segunda, de los 45 a los 65 años. Para romper la monotonía, en primer lugar. Luego para «airear» y enriquecer todas las profesiones mediante aportaciones nacidas de «nuevas combinaciones».
La vocación profesional resulta en general de una vocación poco estudiada. A los 18 años es demasiado pronto para escoger con inteligencia una profesión. Imaginando la doble profesión (25-45 años seguida de otra de los 45-65) se tendría la garantía para la segunda profesión (45-65 años) de una vocación realmente bien estudiada. Se podría considerar incluso la primera profesión como «social» y obligatoria (en beneficio del Estado) y la segunda como personal y libre. De elección libre. Se pueden encontrar nuevas razones de vivir en nuevas razones de trabajar. Hay, por tanto, una aproximación dinámica del problema del pretendido envejecimiento de las poblaciones. Algunos son viejos e inútiles a los 50 años. Otros son vigorosos y útiles a los 70.
Envejecer mal es frecuentemente un reflejo de la estupidez. No hay más preocupaciones que las egoístas. O intelectuales, o manuales, o deportivas. El cerebro se bloquea entonces en lo «repetitivo». Jamás ha sido acostumbrado a combinar conceptos nacidos de observaciones. Sin combinaciones, se acaba en la esterilidad, en la chochez. La jubilación a los 55 años acentúa más el problema.
Un aspecto técnico-histórico de la demografía hace observar que, hasta 1840 o 1850 la única fuerza de trabajo era la fuerza física de los hombres. La máquina de vapor no ha encontrado su aplicación más que en ese momento, hace aproximadamente 150 años. No más. Luego ha venido la energía eléctrica, de fácil transporte. La construcción de la muralla de China por el unificador de China, el Emperador Ta´in Che Huang-Ti, en 200 antes de JC, ha movilizado a millones de hombres. Hoy una compañía japonesa de obras públicas podría volver a construir esta muralla solamente con 10000 obreros. Lo mismo vale para las Pirámides, que han necesitado centenares de miles de hombres. Una compañía de ingenieros civiles venida de Italia puede rehacer las Pirámides en dos años.
Si pongo estos ejemplos es para demostrar que el futuro de la especie humana no necesita miles de millones de hombres.
Personalmente, como he dicho más arriba, estimo en 2 mil millones de hombres la cifra actualmente razonable para la población terrestre. En un siglo, habrá que reducirla a 1,5 o incluso a mil millones. La aventura sobrehumana no necesita más de mil millones de individuos para el universo solar.
¿Hay un futuro socialista de Europa? ¿O el socialismo ha muerto?
¿De qué socialismo habla usted? ¿Del de Hitler (el único que ha tenido éxito), del de Mitterrand o del de Jaurès? Esta palabra encierra cosas extremadamente diferentes.
Hay una buena frase de Jacques Monod sobre el socialismo. Le cito: «La única esperanza del socialismo no está en una revisión de la ideología que domina desde hace más de un siglo, sino en el abandono total de esta ideología». (Le Hasard et la Nécessité)
En la segunda mitad del siglo XIX el socialismo era generoso, reformador. Correspondía a una necesidad histórica. Había que disciplinar a una clase poseedora a la que nada detenía, ni siquiera el trabajo de los niños. Relea las leyes adoptadas en Francia entre 1830 y 1848 relativas al trabajo de los niños. Es la mejor fuente. Superior al estudio de Engels sobre la industria inglesa. Ahora el socialismo ya no es otra cosa que demagogia electoral. El socialismo vive a expensas del capitalismo como la pulga vive del sudor del perro.
Los dirigentes socialistas son, en nuestros días, a veces utopistas (raramente), a veces demagogos nefastos (con frecuencia). Es un clero que parasita los Estados y las economías.
Vaya a ver el socialismo en «ambiente limpio», en «lugar limpio», el socialismo «liberado del capitalismo» en Yugoslavia y en todos los países del Este. Es una quiebra clamorosa, espectacular. La autogestión yugoslava es una farsa y una quiebra.
La pareja «parlamentarismo/socialismo» ha debilitado ya a todos los Estados europeos desde 1945 en el plano político. Fue la actitud de dimisión que permitió la pérdida de nuestros imperios mundiales.
En este momento ocurre algo mucho más grave. Es la introducción de este tándem «parlamentarismo/socialismo» en la empresa, en la fábrica. El fenómeno es inquietante en Francia.
Hasta hace poco sólo se gastaba saliva en la dimensión política: elecciones, crisis ministeriales, logomaquias parlamentarias. Durante este tiempo, la economía continuaba girando normalmente: con el estilo de la selección, la disciplina, la jerarquía, el esfuerzo, la recompensa-beneficio, el gusto por la empresa (gusto creador). Todavía ayer había, detrás de la superestructura política, una infraestructura económica que obedecía a las leyes clásicas de las sociedades bien administradas: selección ante todo. Con Mitterrand y sus émulos, se introduce la logomaquia, el gusto morboso por la discusión permanente, la demagogia, el rechazo de todo esfuerzo en la industria.
Elecciones sindicales, politización de empresas. Es el suicidio de los países que adoptan este «socialismo» igualitarista donde se glorifica al obrero haragán, donde el defraudador social es mimado como los falsos enfermos y los falsos parados. Este socialismo esterilizador, este socialismo destructor es lo que Europa no necesita bajo concepto alguno. Los Walesa del este y del oeste son carne de horca en una Europa sana.
Europa necesita un socialismo fuerte, disciplinado, prusiano o espartano. Para diferenciarlo de la logomaquia igualitarista, lo he llamado «comunitarismo».
Una sociedad que rompa el egoísmo de las clases poseedoras, que persiga el fraude fiscal. Pero esta misma sociedad perseguirá a los falsos parados, a los falsos enfermos, a los demagogos, es decir, a esa masa de defraudadores sociales.
¿Es usted de la opinión de que los países europeos deben abandonar la ONU?
Su plural es inoportuno. Los países, en plural, no representan ya otra cosa que ficciones de naciones independientes. Le contestaré que lo que hacen, o parecen hacer, «no-naciones» no tiene ninguna importancia.
Una Europa unificada no tendría nada que hacer en la ONU en el plano político. La ONU podría ser un simple organismo técnico para regular los problemas internacionales en materia de navegación marítima, aérea, equivalencia de diplomas, lucha contra las epidemias, solidaridad en caso de cataclismos, reglamentación de antenas radiofónicas, etc.
En el plano técnico hace falta, evidentemente, un centro mundial.
En el plano político esta farsa no sirve para nada.
¿Cómo luchar contra el capitalismo?
Voy a extrañarle, pero me parece que para hacer un examen objetivo hay que preguntarse primero si hay que destruir el capitalismo. ¿Hay que destruirlo, hay que controlarlo, hay que prohibirle el acceso a la política?
Y es aquí donde voy a poner en evidencia todo el método «político» en oposición al método «económico» de Marx.
Marx ha tenido razón en muchos de sus argumentos. En otros terrenos se ha mostrado pueril, infantil. Y Lenin todavía mucho más, con una obra que le ridiculizará durante muchos siglos, una obra escrita en 1917, cuando estaba escondido en Finlandia. La utopía en librería, y a bajo precio, eso es lo que es el libro de Lenin El Estado y la Revolución. Usted puede procurárselo en todas las lenguas del mundo por menos de un dólar el ejemplar. Normalmente, el Estado soviético habría debido retirar de la venta esta obra que ridiculiza a Lenin. Pero que lo ridiculiza ante quienes tienen una sólida cultura histórica y clásica. No ante los creyentes. Lenin ha escrito esta obra en el verano de 1917. El prólogo a la primera edición es de agosto de 1917. Incluso después de la victoria de la Revolución de Octubre, Lenin ha perseverado. En diciembre de 1918 no añade más que un pequeñísimo «parágrafo 3» al capítulo II. De esta forma, Lenin en el poder sigue previendo y deseando la extinción del Estado.
Usted sabe que Lenin es una «autoridad» en nuestros días. Muchas gentes le invocan constantemente. Lenin ha dicho esto, Lenin ha escrito aquello. Lo mismo con Marx. Después de Marx, es de buen tono postular el carácter nocivo, inmoral, malvado, del capitalismo. Usted mismo no escapa a la regla. Su pregunta parece dictarme una respuesta.
Una vez más, el vocablo único de capitalismo sirve para cubrir cosas absolutamente diferentes, incluso contradictorias. El capital es la banca Rostchild. Pero el capital es también la forma moderna y casi perfecta de un método económico. Digo de un método. La URSS está organizada bajo el principio del capitalismo «contable».
Los izquierdistas marxistas, catequistas y creyentes describen el fascismo y el nacional-socialismo como el resultado del capitalismo político. Esto era exacto con Franco y Salazar, pues han llegado al poder en estructuras capitalistas arcaicas, sobre todo en Portugal.
Era parcialmente cierto con Mussolini, que cometió o tuvo que cometer desde el principio dos errores: no liquidar la Monarquía y no liquidar políticamente a la Iglesia. Por tanto, no liquidó el capitalismo. El corporativismo mussoliniano ha debilitado considerablemente al capitalismo industrial italiano.
La burocracia, aun la ideológica, no sirve de motor, sino de freno al desarrollo industrial.
También existe el capitalismo salvaje, el fantástico «capitalismo darwiniano» de los años 1875/1925. El instrumento más eficaz que hay o que ha habido. Era muy cruel. Pero eso es moral y no análisis.
El único régimen (no comunista) en el que el Estado domesticó totalmente al capitalismo fue el III Reich. Le remito al autor americano llamado David Scoembaum (Hitler´s Social Revolution, en Doubleday and Company, New York, 1966 -traducción francesa en Laffont, 1979-). El capítulo IV está enteramente dedicado al capitalismo en el III Reich. Ya le he citado. A propósito de las empresas, Scoembaum escribe: «una vez más, el régimen aplicaba métodos darwinianos». La experiencia nacional-socialista ha demostrado la posibilidad de un capitalismo totalmente domesticado por el Estado. Por un Estado de la «voluntad de poder».
Cuando se ha conocido y vivido el nacional-socialismo, sólo se puede sonreír ante las explicaciones ideológicas de los literatos de izquierda, según los cuales el nazismo estaba al servicio del gran capital. Los jefes nacional-socialistas, sobre todo los de las SS, eran de la raza de hombres que no comparten el poder con nadie. Era la voluntad de poder en estado puro, el «tigre en estado de apetito», para hablar como los chinos actuales.
Personalmente, sigo siendo partidario de un «capitalismo darwiniano» domesticado por el poder del Estado. Por el poder político puro.
El capitalismo comprende o depende de un principio de base excelente: la selección permanente.
Una empresa capitalista mal administrada es castigada inmediatamente, zozobra en 3 o 4 años y quiebra. En los sistemas socialistas-burocráticos se advierte la quiebra con 25 años de retraso. A veces ni siquiera se dan cuenta de ella.
La noción de competencia entre empresas capitalistas es una noción sana y vigorosa. En el interior de las empresas se despide permanentemente a los elementos humanos más débiles. En un sistema socialista, cuando por fin se descubre a un director incapaz, se le desplaza hacia una vía muerta, pero no se le castiga duramente. La competición capitalista es autopenalizadora. Las estupideces se pagan al contado.
Sin embargo, debo atraer la atención sobre la poderosa tendencia del hipercapitalismo hacia el monopolio. Este fue el caso, por ejemplo, de los tres grandes gigantes americanos del automóvil, entre 1950 y 1980. Mediante un juego tácito de monopolio (la competencia ya no existía de hecho), los tres grandes del automóvil vivían confortablemente gracias al gigantesco mercado interior americano. Se acabó la competencia, se acabó la competición. El resultado fue una primera ola de asalto alemana hacia el mercado americano (VW); luego, la gran invasión japonesa. En California cerca del 40 % de los vehículos son japoneses. Entre 1950 y 1980, Japón ha obedecido las leyes de la competencia, del esfuerzo. Pero los gigantes americanos ya no.
Podría escribirse una obra de 1000 páginas sobre el capitalismo: capitalismo darwiniano, capitalismo financiero, capitalismo de Estado, capitalismo monopolista, etc.
En mi opinión, el Estado debe permitir una cierta forma de capitalismo y domarla como el caballero doma al caballo. El capitalismo debe llevar al Estado. Y no el Estado llevar al capitalismo financiero como ocurre en nuestras plutocracias.
El Estado debe velar por el mantenimiento de las condiciones de competencia entre empresas. El Estado no debe tolerar ningún monopolio. Excepto el suyo en materia de Weltanschauung y de decisión de la gestión política.
Al responderle sobre el comunitarismo, preciso mi pensamiento. La doctrina del comunitarismo se inscribe en la siguiente definición: «cuanto más pequeña en dimensión es la empresa, más obedece a una gestión libre; cuanto mayores dimensiones tiene la empresa, más estará bajo el control directo del Estado».
El comunitarismo dice que no se pueden aplicar las mismas estructuras económicas de la empresa muy pequeña a la empresa muy grande.
Los marxistas escolásticos se han roto la cara pretendiendo aplicar la economía estatal a la vendedora de flores de la esquina o al pequeño café o al pequeño restaurante. Por eso no se encuentran legumbres frescas en Moscú.
Pero todo mi pensamiento puede resumirse en esto: «primacía absoluta de lo político sobre lo económico». Por primacía política entiendo el poder decisorio.
El sistema comunista marxista ha querido introducir la utopía en la economía. Vaya a ver los resultados en Praga, en Varsovia, en Moscú o en Belgrado: una rara pacotilla. La única tentativa de desmarxistización es la organizada recientemente por los húngaros. Se empieza a encontrar buenos restaurantes pequeños en Budapest. Simplemente, porque son administrados por pequeños patronos y no están englobados en una burocracia paralizadora.
¿Hay un enlace lógico entre el capitalismo y la libre empresa?
En el capitalismo monopolista (recuerde las tentativas de Rockefeller hace 100 años), la libre empresa desaparece. Pero incluso en un país capitalista como los USA existen leyes anti-trust desde principios de este siglo. El capitalismo bancario también está tentado de reducir la competencia o de suprimirla.
La Société Générale de Belgique, en la época de su esplendor, antes de 1960 y la pérdida del Congo, era capaz de comprar una empresa… simplemente, para cerrarla. Supongamos que hubiera dos fábricas de cremalleras. Y que el banco posee la primera pero todavía no la segunda. Compra en bolsa la segunda, a golpe de millones; luego, la cierra después de haber despedido al personal. Esta compra y estos despidos costarán caro. Pero serán diez veces recuperados por los beneficios obtenidos gracias a la situación de monopolio así creada. Cosas peores se han visto. Bancos que poseen ya las dos fábricas de cremalleras y asfixian a una de ellas mediante negativas de créditos o de demoras. Los grupos financieros mismos hacían quebrar a una de sus empresas. Esto les evitaba pagar indemnizaciones de despido a 5000 o 10000 obreros. Para simplificar, escribiré aquí que la libre empresa es siempre una estructura sana, pues es autopenalizadora y autorretributiva.
Y que el capitalismo puede ser lo mejor mediante una gestión sana (autofinanciación, extensión) y lo peor mediante el monopolio. O mediante la injerencia en lo político o en la política.
Personalmente, yo examino y juzgo comunismo y capitalismo en términos de eficacia. De eficacia en la busca del poder político. No soy anticomunista por estética o por sentimentalismo. No soy anticomunista más que cuando el comunismo es ineficaz. Tengo la misma actitud hacia el capitalismo.
¿Con qué medios han logrado los americanos dominar la Europa occidental después de 1945?
Durante el verano de 1940, Hitler todavía creía en una solución negociada con Inglaterra. La deseaba. Podía aplastar al cuerpo expedicionario inglés en Dunkerque y no lo ha hecho. El romanticismo racial del canciller le hacía tomar sus deseos por realidades. Ciertamente, los ingleses son gentes de nuestra raza, pero todos saben que hay guerras civiles. El Reich ofreció condiciones más que honorables a Inglaterra. Incluso le ofreció el Congo belga como prima durante el verano de 1940. La mafia política judía que disponía en Londres de un poderoso lobby había decidido no ceder. Se sacó de los armarios un viejo caballo de recambio, una vedette del pasado, un alcohólico, Churchill, y se montó un teatro en Londres: el del último bastión de la democracia, de la libertad, etc.
Los ingleses se batieron bien, como hacen siempre que tienen la espalda contra la pared, y se hizo evidente que (1) Hitler jamás podría invadir Inglaterra sin haber liquidado antes a la URSS y (2) que Inglaterra, sólo con sus medios, jamás podía esperar volver al Continente. Inglaterra llamó entonces a los Estados Unidos. Un poderoso partido neutralista (el Partido Republicano) estaba decidido a no inmiscuirse en los asuntos europeos. Otro partido, el de Roosevelt, ampliamente apoyado por el lobby político judío de los USA, como por casualidad, buscaba una diversión de su quiebra económica. En 1940, Roosevelt había fracasado por completo con su New Deal: el paro alcanzaba proporciones colosales y la economía estaba muy enferma. Estaban reunidas, por tanto, las condiciones para la organización de lo que iba a revelarse como una tragedia para Europa: la injerencia de una gran política europea en la política europea. Abramos un paréntesis para recordar que el rey de Francia prestó el puerto de Toulon a la flota turca de Piali Pacha en 1558 y en otras ocasiones hasta 1590. ¡En la historia de Europa no todas las páginas son gloriosas, ni mucho menos!
De esta forma, Inglaterra llamó a Europa a los Estados Unidos. Quien busca un protector encontrará un amo. Inglaterra salió agotada y exangüe de la guerra. Su Imperio se agrietó desde 1945, después se hundió. Mientras tanto, los americanos habían hecho pie en Europa. Desde 1945, yo diría incluso que desde 1943, los Estados Unidos recogieron el papel de Inglaterra en el mundo y sobre todo en los mares del globo.
Lo mismo que, desde 1945, la URSS, lo quiera o no, se ha encontrado con la herencia del Reich alemán: ser la potencia continental preeminente con todo lo que esto implica de responsabilidades y preocupaciones.
Los americanos trajeron en sus furgones, en 1944/45, a todos los granujas europeos que se habían refugiado en Londres en 1940. Y gobernaron por medio y bajo la máscara de estos emigrados de Londres. Hasta hoy. Los ingleses habían fabricado equipos de fantoches europeos de 1940 a 1944. Los americanos tomaron a su servicio, desde 1945, a todos los lacayos que Inglaterra no podía ya pagarse. No sólo Washington recogía el Imperio británico, sino también todo el personal a sueldo de los ingleses. Los colabos de los ingleses se convirtieron en los colabos de los americanos.
Washington mantiene su control en Europa a causa de las disensiones entre nacionalistas mezquinos. La tragedia no es tanto la política realizada por los americanos como la no-política realizada en Europa. Los nacionalistas pasadistas franceses e ingleses tienen una responsabilidad aplastante en la no-formación de la Europa política.
Los mayores enemigos de Europa son los nacionalistas estrechos que impidieron y siguen impidiendo la formación de Europa por vías no violentas. Hoy está claro, es cegador, que la unidad de Europa no podrá hacerse más que en la sangre, en la guerra, con ocasión de una guerra.
Los americanos dominan Europa porque Europa está dividida. Y Europa está dividida por su propia estupidez. Los americanos dominan Europa de manera no llamativa para el que no está formado en el análisis histórico objetivo. Lo mismo la derecha alemana que la izquierda francesa, todos los hilos de las marionetas terminan en Washington. Washington tira de los hilos de las marionetas de la extrema derecha italiana lo mismo que de los de la extrema izquierda española. Es el mayor circo del mundo. Tiene payasos para todos los gustos: tanto los grotescos neo-fascistas de Italia como los comunistas degenerados y traidores como Carrillo-el-podrido.
Para el hombre de la calle no hay dominación americana. El hombre de la calle, la plebe, está tranquilo: sus «jefes» son gentes de los nuestros. Los notables indígenas sirven de mampara.
¿De qué modo debe tomar Europa sus distancias frente a los USA?
Su eufemismo «tomar sus distancias» me hace sonreír. De hecho, se trata de expulsar de Europa a los Estados Unidos. Por todos los medios. Puede llegarse hasta a considerar que los 400000 mercenarios del ejército profesional americano estacionado en Alemania puedan convertirse en nuestros rehenes y puedan ser capturados por los dos ejércitos alemanes solidarios. Este y Oeste reunidos. Jomeini se ha permitido una treintena de rehenes. Europa podría permitirse 400000 rehenes. Esto podría quitar al Pentágono las ganas de atomizar Europa.
Hay que considerar todo para destruir la presencia americana en Europa. Nuestro objetivo debe ser: ni un solo soldado americano (a no ser prisionero o rehén) en los territorios europeos. Y esto comprende desde el cabo Norte e Islandia hasta Dakar.
La guerra revolucionaria comenzará atando los bienes industriales americanos. Luego, las familias de los militares americanos. Luego, a los mismos militares. Mucho antes de que hablen las armas hay que poner en ghettos al ejército americano. Que la actitud de las poblaciones civiles sea tal que apenas abandonen ya sus acantonamientos, que eviten incluso mezclarse con las poblaciones locales.
Hay que hacer volver a la boca de los ocupantes americanos el sabor del Vietnam. El terrorismo de las Brigadas Rojas en Italia estaba condenado al desgaste a causa de su nacionalismo estrecho. El blanco no era perfecto. No eran los granujas y los canallas de la democracia cristiana lo que había que destruir, sino al ocupante americano. El terrorismo se hubiera hecho entonces europeo y hubiera podido realizarse de Roma a Bruselas y de Cádiz a Frankfurt.
Paradójicamente, las policías de Europa, todas al servicio de los americanos o de la mafia política judía, organizan ya la defensa. En lo que se revelan más perspicaces que los brigadistas de Turín y Nápoles.
No se trata, pues, de «tomar distancias». Se trata de destruir la política americana en Europa, de expulsarlos de ella.
¿Cómo define usted su economía comunitaria?
He escrito abundantemente sobre este tema entre 1964 y 1967. A ello le remito.
Para intentar resumir, tomemos, entre otros, dos argumentos principales de mi demostración:
1º) no-injerencia de lo económico en la decisión política; primacía de lo político sobre lo conómico.
2º) aplicación de criterios variables en función de la dimensión de la empresa.
Puede considerarse un sistema de empresa totalmente libre hasta 50 obreros, vigilado hasta 500 obreros, mejor vigilado a partir de 5000 obreros.
Nuestras fábricas militares deben ser administradas como lo son actualmente las fábricas soviéticas. Pero pequeñas fábricas de 500 obreros deben encontrar la misma libertad de gestión que en los USA. Hay que tener una visión pragmática, política, de la economía, y no ideológica como lo son la burocracia general en la URSS y la licencia total en los USA.
Para sacar buenos frutos hay que podar los árboles. Y no para obedecer a la memoria de Karl Marx o a la de Adam Smith.
¿Es usted partidario de una autarquía europea?
El nacionalismo económico es una constante de la política de poder. Colbert lo sabía. Hitler también. Por lo menos Schacht. Hay extrañas desviaciones, como, por ejemplo, el hecho de que John Maynard Keynes, en 1933, plagiara al Fichte de 1800. Usted sabe que yo he trabajado con el Dr Kessemaier, de la Fichte-Bund. Actualmente, la Unión Soviética es el modelo mismo de la autarquía «schachtiana».
Ya Aristóteles había escrito: «…bastarse a sí mismo es el fin y lo que hay de mejor» (Política -Libro I, capítulo 2-). Cito ahora un extracto del Libro VII, capítulo 5, del mismo Aristóteles, pues recuerde que fue el preceptor de Alejandro, y que este preceptor fue escogido por Filipo.
«Todo el mundo estaría de acuerdo en alabar al Estado capaz de bastarse completamente a sí mismo; tal Estado debe ser el que produce de todo, pues tener de todo y no necesitar nada significa la independencia. En volumen y en extensión, debería ser tal que permitiera a sus habitantes vivir a la vez con templanza y con liberalidad, aun gozando de ocios».
He subrayado: «en volumen y en extensión«.
Alejandro, que corría hacia la riqueza, que corría hacia la extensión hasta el Este iranio y hasta el Indus, recordaba las lecciones de su maestro.
Friedrich List nació en Wurtemberg, en 1789. En tanto que liberal-nacionalista, tuvo que exiliarse en 1825. Abandona Alemania y va a instalarse en los USA. List se hace allí atento espectador de las polémicas desencadenadas entre la escuela de Jefferson (librecambista) y la escuela de Hamilton, nacionalista en economía.
En 1832 vuelve a Alemania, como ciudadano americano y miembro de los servicios consulares de los Estados Unidos.
Partidario declarado y encarnizado del Zollverein, List es un especialista de los ferrocarriles. Realmente profético, declara que Alemania debe buscar fronteras naturales, «mares o montañas» y controlar las desembocaduras de sus ríos. List hace notar que las pequeñas naciones no tienen ninguna posibilidad de perpetuarse, a no ser hipotecando su soberanía nacional. El objeto esencial de las teorías de List era el poder. Escribe que la riqueza es inútil sin la unidad y la potencia de la nación. Es la situación de la actual Europa occidental. La capacidad de una nación de hacer la guerra se mide en función de su capacidad de producir riqueza. El camarada Andropov podría intentar inspirarse en esto.
List ha sido el primero que ha hecho una distinción entre economía política y economía cosmopolita. Hacia 1880, Bismarck hará lo que List describió en 1835. List es también el padre espiritual de la Wehrwirtschaft del III Reich.
Como dice el americano Edward Mead Earle, List ha servido de «Santo Patrón» a los expansionistas, a los pangermanistas, a los nacional-socialistas. Lo es hoy de los partidarios de la «Europa Más Grande», la que va desde Vladivostok hasta Rejkjavik. La ironía de la vida quiere que la mejor obra sobre List en mi biblioteca sea la del americano Edward Mead Merle, cuyo título original es Makers of Modern Strategy (Princeton University Press, 1943). Espero que el camarada Andropov haya leído a List por su bien.
Para responder a la pregunta sobre la autarquía tengo que exponer ahora, después de Aristóteles y List, mi posición personal, mi síntesis personal del problema de la autarquía y del poder. No se pueden separar estos problemas. La autarquía es algo obvio para quien busca el poder. La autarquía no es posible más que para Estados muy grandes, como los USA, China, el Imperio Eurosoviético. La autarquía practicada por Estados pequeños sería imposible y ridícula. Acabaría en una farsa sangrienta como en la Camboya de Pol Pot o como en el aislamiento de Albania.
Tengo que insistir mucho en el hecho de que la autarquía es un medio del poder. Pero sobre todo no un objetivo final de la economía. Una vez realizada la autarquía militar hay que desear los intercambios de mercancías e ideas que sean enriquecedores. El Japón de antes de 1870 había querido cortarse del mundo moderno; era extremadamente débil. El Japón posterior a 1870 se abre a la tecnología europea y se hace poderoso.
Por grande y poderosa que sea una nación, no le interesa replegarse sobre sí misma.
En el contexto actual, los Estados Unidos representan un sistema en el que los beneficios capitalistas de las multinacionales de dirección americana tienen la primacía sobre el poder de los Estados Unidos. En este mismo contexto contemporáneo, la URSS busca el poder por el poder. Todo esto con una economía débil debido al marxismo.
Volvamos a la autarquía imaginando a los Estados Unidos en guerra cortados (por la guerra submarina): a) del petróleo del Oriente Medio, b) de los minerales del Africa central (el ex-Congo belga) y austral (Africa del Sur), c) del enorme potencial industrial japonés. En tal caso, los Estados Unidos se convierten en una potencia de segundo orden.
Replegados sobre sí mismos, son, desde luego, difícilmente atacables en su casa, pero son incapaces de atacar en otros continentes.
Actualmente, la URSS es claramente más autárquica que los USA. Si la URSS logra, en caso de guerra, cortar los enlaces marítimos mercantes (materias primas), los Estados Unidos sufrirán una suerte análoga a la de Cartago. Lo que poca gente sabe es que ha sido en el mar -por paradójico que parezca- donde Roma «potencia continental» ha roto los riñones a Cartago «potencia marítima». Ya en el año 256 antes de nuestra era, la República «terrestre», la República de Roma, llega a alinear, partiendo de Mesina, una flota de 300 navíos, con 140000 hombres a bordo. Por su parte, Cartago, de largas tradiciones marítimas, no supera los 350 barcos con 150000 hombres. Los romanos habían inventado el «cuervo» -verdadero golpe de ingenio de Duilius-, sistema destinado a subir al asalto de los navíos y tomarlos al abordaje. Duilius introdujo un método de combate terrestre en la marina.
La URSS sería capaz de resistir sin flota debido a su estructura continental y a su inmensa extensión. Sin flota, la URSS todavía es militarmente viable. Por el contrario, con una flota mercante blanco de los submarinos soviéticos, los Estados Unidos se hacen extremadamente vulnerables. En los Estados Unidos no se ha considerado casi nada con vistas a una autarquía. Los Estados Unidos son esencialmente mercantiles-marítimos.
Para volver a Europa, ni que decir tiene que el Mediterráneo, en el concepto de autarquía europea, debe convertirse, desde el principio, en un mar cerrado, en un mar sin aguas internacionales, en una especie de lago, de Mare Internum. El Mediterráneo sería entonces para la economía euro-soviética lo que son los grandes lagos para la industria pesada americana.
Por lo que se refiere a la Europa occidental actual, el cinismo americano es total hacia sus domésticos de Londres, de Bonn, de Bruselas, de Roma, de Madrid. Todo el material militar sofisticado, la totalidad de la aviación militar de la OTAN es de fabricación americana. La condición humillante de doméstico aparece aquí. Todavía recientemente, el play-boy socialista de Madrid, el Felipe González, ha anunciado la compra de material aeronáutico militar a los USA. Eso es Occidente. Un tiburón, los USA. Macarras: Bonn, Bruselas, Londres, Madrid, Roma. Y no sigo.
Observará con qué atención, después de 37 años de ocupación, los Estados Unidos apuntan a impedir toda autarquía europea del oeste en materia de equipo militar. Para los Estados Unidos las armas nobles: armas atómicas, aviación estratégica. Para los senegaleses, la infantería…
La misma voluntad americana de castrar a la Europa occidental aparece en la política de la aviación civil. Es obvio que no se puede distinguir entre infraestructura civil y militar. Boeing y Douglas pueden pasar en tres meses del avión civil al militar. Todo el «savoir faire» ha sido adquirido durante decenios de industria civil.
Los políticos europeos son auténtica carne de horca, auténticos traidores a Europa. Desde hace 30 años, todas las compañías aéreas de Europa utilizan en un 95 % y más solo material aeronáutico americano. Es la anti-autarquía impuesta a Europa.
Quien quiere la dignidad de Europa debe querer su poder, quien quiera el poder de Europa, debe querer la autarquía. Esto debe empezar por el equipamiento de todas las compañías civiles aéreas de Europa con aviones fabricados por europeos en Europa.
Hoy, la propaganda americana en Europa evoca el «espectro» de la dependencia de nuestra industria del gas soviético. ¿Y si se hablara de la dependencia de Europa de la aeronáutica americana, del equipo militar atómico americano? Toda la charlatanería sobre Occidente suena a hueco. Occidente es una payasada salida de un cuento de Bocaccio, digna de los cornudos de Bocaccio.
Los americanos se acuestan con la bella y los europeos aguantan la vela. Cornudos, sí. Pero además granujas. Pues granuja es Felipe González que compra material militar americano. Cuando este material militar americano comprado por Madrid puede encontrarse y fabricarse en Europa.
Ahora hay que precisar -e insistir- en la diferencia esencial entre autarquía y proteccionismo. Como he dicho más arriba, la autarquía exige en primer lugar un país muy grande, espacios muy grandes, una población importante, materias primas de origen nacional. El objetivo de la autarquía es el poder, y en particular el poder militar.
El proteccionismo es un concepto completamente diferente. El proteccionismo es buscado por los industriales tentados, y lo son frecuentemente, de eludir las leyes de la competencia, es decir, de la concurrencia, de la selección, de la calidad.
Cuando los industriales son de importancia débil o media, buscan con frecuencia el proteccionismo. Ya Pareto, a principios de siglo, tronaba en Italia contra esta tendencia. Cuando los industriales son fuertes, buscan el monopolio. Tanto el proteccionismo como el monopolio son nefastos a la potencia real de una economía.
Cuando, en los Estados Unidos, la concentración de la industria del automóvil se ha hecho demasiado fuerte (entre 1955 y 1970) ha bajado la competitividad. Hacia 1960 sólo quedaban en los USA tres grandes marcas de automóviles. La decadencia ha seguido. Los Estados Unidos ya no logran exportar productos demasiado caros y tecnológicamente superados.
¿La lucha por la Europa unificada y libre debe ser legal o clandestina?
La acción revolucionaria «social» o la acción revolucionaria «histórica», como la creación de naciones del tipo de Italia entre 1830 y 1860 no conoce ninguna restricción.
Va de la acción intelectual a la acción terrorista. La acción legal debe ser utilizada en tanto que se revele posible. Pero el adversario nos privará rápidamente de toda posibilidad legal cuando se dé cuenta del peligro que le amenaza.
El aparato represivo ya está organizado. Por ejemplo, el Ministro de Justicia de Bélgica es judío y no lo oculta. El actual Ministerio de Justicia en Francia es judío y se jacta de ello. El aparato represivo americano-israelí está organizado incluso antes de que exista un aparato subversivo.
La única cosa contra la que un régimen no puede nada es luchar contra el pensamiento revolucionario, luchar contra el espíritu. Puede hacerse hundir reinos y repúblicas partiendo de una multicopista.
Lo que es importante es la idea-fuerza, su lógica interna, su cohesión. Es lo que Lenin hacía contra casi todos los otros intelectuales literarios revolucionarios de su época. Lenin pasaba el tiempo poniendo en orden sus ideas.
Es a lo que voy a dedicarme en los últimos años de mi vida. Mi edad avanzada me excluye en adelante de toda acción «sobre el terreno»: me queda la pluma.
Hay que salir de la anarquía de los espíritus, de la confusión, de la incultura histórica.
Montones de gentes escriben sobre Hitler. Ni el uno por mil de estas gentes han leído Mein Kampf. Montones de gente escriben sobre Stalin y jamás han leído una línea de él. Montones de gentes anuncian teorías sobre Europa sin conocer siquiera su historia y su geografía.
¿Qué condiciones son necesarias para realizar un Risorgimento o una Reconquista a escala europea?
El vocablo de Reconquista podría aplicarse respecto a los americanos, que no son europeos, pero no a los soviéticos que son europeos.
En 1960/62 mi cálculo, el de un Risorgimento europeo, se hacía partiendo de la hipótesis de un De Gaulle liquidado físicamente y de una Francia controlada por los coroneles de Argel. El general De Gaulle era, desgraciadamente, de un temple poco común. Muy superior al de los cuatro generales de Argel. Yo buscaba un trampolín: he creído verlo en la Francia de la OAS victoriosa. Francia se habría convertido entonces en un Piamonte europeo. Desde este Piamonte hubiéramos podido recoger fácilmente la herencia de Franco; todavía teníamos muchas complicidades en España, sobre todo en los ambientes militares de los veteranos de la División Azul. Cuando digo «teníamos» me refiero a los veteranos del III Reich. No a los coroneles franceses, desde luego. Pero éstos hubieran sido ganados rápidamente a esta estrategia. La sucesión de Franco no habría caído en manos de un Borbón americano.
Toda esta operación «Francia Piamonte» fracasó. El general De Gaulle no habría vacilado en hacer derramar sangre francesa para mantenerse en el poder a cualquier precio. Incluso con los comunistas. Para mí ocurría lo mismo. No son 10000 o 20000 franceses muertos los que me hubieran hecho vacilar. El pernod y la carretera matan muchos más y mucho más estúpidamente. Pero los generales de Argel han tenido miedo de esta sangre, han tenido miedo de una guerra civil. Mi estimación era que la llegada de los «paras» de la Legión sobre París hubiera permitido el derrocamiento de De Gaulle en tres o cuatro semanas con 5000 muertos como mucho. En esa época el mito «para» era terriblemente eficaz. Los otros se metían miedo a sí mismos…
Muy rápidamente, después del fracaso del proyecto «Francia Piamonte», me he vuelto hacia la alternativa árabe. Lo he escrito en otro lugar. Me he encontrado con las gentes de la OLP en Bagdad, de una OLP absolutamente elemental, rudimentaria, casi embrionaria. Me he encontrado con los ministros irakíes con el fin de organizar una fuerza militar europea moderna en países árabes. El veto soviético ha sido instantáneo. Mi idea, entre 1966 y 1968, era formar «Brigadas Europeas», en el estilo de las «Brigadas Internacionales» de la guerra de España. Con el dinero árabe y con la competencia europea. Me he encontrado con Nasser, que me ha decepcionado mucho inmediatamente. Era un hombre de teatro. Estoy tentado de decir un hombre de palabras más que de actos.
En este proyecto de «Brigadas Europeas», la ayuda a los palestinos para combatir o eliminar a Israel era una etapa, no el fin, desde luego. El fin era llevar, a la primera ocasión, a estas «brigadas» a un teatro de crisis europeo. El teatro previsto era la muerte de Franco y una colaboración estrecha entre algunos españoles y nosotros. Era el golpe de 1936. Pero esta vez no se habrían desembarcado soldados marroquíes hacia Sevilla, sino soldados europeos hacia Madrid inmediatamente.
He vuelto desde El Cairo a Roma, de noche, en un gran Boeing de la Japan Air Lines con la decisión de dar el carpetazo. Me he retirado entonces de la política activa.
Durante 13 años estuve separado de toda actividad política. He asumido la presidencia europea de una sociedad científica. He viajado mucho, sobre todo a los Estados Unidos, donde he podido estudiar y apreciar a este pueblo al que debemos combatir implacablemente en tanto que su ejército esté en Europa. Ya no tenemos vida histórica a causa de los americanos y de sus lacayos.
Llegamos ahora al esquema nº 3. Mi esquema nº 1 era la OAS que se convertía en Francia-Piamonte. El esquema nº 2 eran las «Brigadas Europeas» en Oriente Medio.
En toda mi obra de escritor político, entre 1960 y 1968, ha aparecido claramente desde el principio, en 1960, que yo preconizaba una política bismarckiana hacia la URSS. No más cruzadas. Aquella a la que yo había asistido de 1941 a 1943 se había edificado suficientemente.
Mi pensamiento durante los años 1960 a 1965 ha sido la gran Europa de Vladivostok a Dublín en dos fases. En esta época, de 1960 a 1965, la primera fase, llamada «de Brest a Bucarest», retenía toda mi atención.
Todavía creía en una toma de conciencia de una élite europea. Me he engañado. Los diez años que han seguido al hundimiento de la OAS han sido años de notable expansión económica. Cuando he podido volver a Francia después de más de diez años de prohibición de entrada (gracias a gaullistas que no me guardaban rencor), he quedado asombrado por el aspecto de un París nuevo, lleno de torres de hormigón, visiblemente próspero. El París de Haussmann estaba superado. Por fin. No era demasiado pronto. Después de mi retirada de la política en 1968, algunos de los hombres de Jeune Europe han hecho gilipolleces a falta de jefe. Han participado entonces en tonterías estilo Fredda o en un terrorismo utópico (Brigadas Rojas).
Desde 1980/81 (todavía ejercía mis funciones de presidente de sociedad científica pero ya había fijado la fecha de mi marcha), ha germinado en mí el esquema nº 3: no contar ya con la unidad Brest-Bucarest como fase preparatoria a la unidad de Dublín-Vladivostok, sino pasar directamente a la fase Vladivostok-Dublín. Este problema se le había planteado a Lenin y su entorno desde 1917. El poder popular obrero directamente o en primer lugar una fase preparatoria de un poder burgués liberal ilustrado. Lenin ha escogido rápidamente la fase directa contra la opinión casi unánime de su entorno y, desde luego, de los mencheviques.
En el último año de mi mandato de «presidente científico» he hecho varios viajes a Alemania del Este. Me he encontrado allí, con una cierta emoción, la claridad, la disciplina a la vez prusiana y stalinista. Esto me rejuveneció cuarenta años de una sola vez. También he descubierto la pesadez de una burocracia ineficaz.
Mi deslizamiento hacia el comunismo no ha escapado a varios observadores. Este deslizamiento estaba ya implícito, latente, en mis escritos de 1966 a 1968.
El escritor político francés Frédéric Laurent escribe en su Orchestre Noir que yo soy el padre espiritual de la corriente «nazi-soviética», después de haberlo sido, dice -y es inexacto-, de la corriente «nazi-maoísta».
Algunos de los veteranos de Jeune Europe en Italia se han integrado, después de mi marcha, en la fracción comunista china. Esto ha desembocado en un terrorismo notable desde el punto de vista técnico, pero sin futuro, falto de un pensamiento político coherente. El «pueblo» italiano no quiere el poder, quiere quinielas, porno, fútbol y sobre todo la «macchina» (automóvil).
Para volver al esquema nº 3, mi apreciación de la situación actual en tanto que historiador, que espectador (estoy firmemente decidido a no patalear ya en el pantano político, sino solamente en el de la «escritura teórica») es el siguiente.
Hay un cálculo de estrategia política mundial del grupo sionista-americano (los judíos controlan los Estados Unidos). Yalta se ha terminado. Washington está completamente decidido a hacerse hundir a la URSS. De hecho, la URSS está a la defensiva y está realmente cercada, desde Noruega a Tel-Aviv. La potencia económica soviética está alterada, está totalmente debilitada por las estupideces del dogmatismo marxista. En economía, Marx hubiera sido incapaz durante su vida de administrar bien una tienda de comestibles de barrio; Marx era un literato. La URSS está contaminada por la decadencia occidental (rock and roll, homosexualidad, droga). Desde hace poco, Andropov ha reaccionado. Ya era hora. En la época de Breznev se dejó ir un poco lejos las costumbres. El alcoholismo generalizado es una de las vergüenzas del régimen soviético. Militarmente, la línea Lübeck-Sofía es muy difícil de defender. Es una frontera blanda, no es una ribera estratégica (océano, desierto, montañas elevadas). En el plano del Kreigspiel, un paseo de los blindados americanos hasta Moscú es más que plausible. Digo en el plano militar teórico. De Frankfurt hasta Moscú es la llanura. En el Estado Mayor Soviético se recuerdan los trabajos y las acciones del mariscal Erich Von Manstein.
Tan vulnerable como es la URSS en la frontera Lübeck-Sofía, sería invulnerable en las orillas del Atlántico. La oscilación de la Europa occidental -con su gigantesca potencia industrial- hacia el lado soviético cambiaría el aspecto de las cosas (cfr US Congress, Congressional Record, 25 junio 1977). El general belga-americano, senador liberal además, Robert Close, cita las estadísticas del Banco Mundial de abril de 1981: la Europa occidental dispone de un producto nacional bruto de unos 3000 millones de dólares contra 2600 de los Estados Unidos.
La pérdida de Europa y su oscilación hacia el campo soviético marcaría una catástrofe para Washington. Y Washington lo sabe. Los americanos intentarán romperlo todo al marchar. Harán la tierra quemada en Europa. A nosotros nos corresponde sacar las conclusiones.
Mi esquema nº 3 desemboca en la evidencia de que la URSS va a tener que «cumplir su destino geo-estratégico». Debe encontrar su «frontera del Rhin». Esta frontera es Irlanda e Islandia. Mi análisis es que la URSS no tiene la fuerza ideológica para lograr una unificación de este a oeste. La URSS necesita un comunismo renovado, reforzado, hecho más lúcido. También necesita, aquí, en el oeste, un partido pro-soviético formado con una élite técnica (industriales, ingenieros, jefes militares) y no con los payasos demagógicos tipo Berlinguer o Marchais.
Si el Kremlin nos propone una unificación en la igualdad y en la dignidad, se podría volver el Ejército federal alemán contra el Ejército americano de ocupación en Alemania.
Mi esquema nº 3 es que la URSS necesita compañeros eficaces, amigos eficaces aquí en la Europa del oeste. Desde ahora.
Para concluir este parágrafo de su cuestionario, diré que la URSS es la última potencia europea no domesticada por el proyecto de dominación mundial americano-sionista.
Si un día la URSS es borrada del mapa en provecho de un refuerzo del Imperio americano, no nos quedará otra cosa que convertirnos a la idea cuáquera o admitir los fantasmas de Begin.
¿Cuáles son los secretos de la guerra revolucionaria?
No hay ningún secreto para quien sabe observar, analizar, sintetizar, concluir y decidir.
La pregunta debería ser más bien formulada así: «¿Cuáles son las condiciones de una guerra revolucionaria?».
Pienso sobre todo en las condiciones sociológicas. Abarcando aquí la economía y la psicología. De entrada, digamos que no hay revoluciones fuertes. No existen más que partiendo de regímenes: a) débiles, envejecidos, vacilantes; b) incapaces de resolver los problemas socio-económicos, por ejemplo.
No se habría verificado el ascenso del NSDAP si los parlamentarios charlatanes hubieran sido capaces de resolver el problema de los 6 millones de parados en 1929, de obtener la revisión del humillante Tratado de Versalles.
Lo mismo entre febrero y octubre de 1917 en Rusia. Charlatanerías estériles. Comienzo de hambre en San Petersburgo. El trigo estaba a menos de 500 kilómetros de esta ciudad, pero Kerensky era incapaz de organizar su transporte.
En mis escritos anteriores de los años 1960 a 1968 he hecho descripciones precisas de un poder que envejece cuando está en su 3ª o 20ª generación. Los mecanismos de selección ya no han funcionado plenamente en el interior de su propio sistema. Una élite en el poder tiene muchísima fuerza de carácter en su primera generación: los jacobinos de 1792 guillotinaban alegremente. Los chequistas de 1917 a 1920 fusilaban fácilmente. Esta misma élite en el poder es ya mucho menos tipificada, mucho menos fuerte en su 4ª o 5ª generación. Los hombres del entorno de Lenin y Stalin eran gentes que habían vivido los tribunales, la deportación, Siberia, el exilio, luego, en fin, la guerra civil. Estas gentes dormían con una Nagant bajo la almohada.
Me imagino que los nietos de Breznev pasan las noches escuchando disco o reggae.
Ningún sistema elítico ha resistido al tiempo. Por la simple razón de que el sentimiento de ternura o protección del padre al hijo perturba o contradice las leyes de la selección. La perpetuación de un sistema elítico no sería posible más que una sociedad en la que la reacción afectiva padres-hijos hubiera desaparecido por completo.
Para volver a las condiciones indispensables para desencadenar una guerra revolucionaria con algunas posibilidades de éxito, digamos que son numerosas y variadas: situación económica difícil (hambre, paro muy importante), ocupación extranjera humillante, humillación de la inteligentsia real por una casta nacional esclerotizada en el poder. Es precisa una situación de desesperación: hambre o humillación moral. Hambre para la plebe y humillación para la inteligentsia. En cada generación surge una nueva élite caracterial e intelectual. Hago la precisión de que la cultura no es la inteligencia. Y que cultura sin carácter e inteligencia sin carácter no pueden dar jamás hombres de dirección y hombres de insurrección.
En un nuevo régimen, la élite es incorporada casi en su totalidad a la clase dirigente.
Unas generaciones más tarde, los «hijos y nietos» de la clase dirigente obstruyen los paseos del poder. Entonces una parte de la élite real es rechazada de facto a la clase llamada contra-elítica. Las condiciones de una oscilación se preparan de tal forma.
En Francia, en 1788, la élite era exterior al régimen: eran los artesanos, los pequeños industriales nacientes, los granjeros, en una palabra, la clase media. El régimen real bailaba en Versalles. Los reyes de Francia iban de la cama a la mesa y de la mesa a la cama. Se atracaban y follaban, pero se habían vuelto incapaces de dirigir, de organizar.
A grandes rasgos, digamos que hay élite dirigente, élite rechazada (o contra-élite) y anti-élite (delincuentes, ladrones, inestables sociales, homosexuales, izquierdistas, etc).
Con mucha frecuencia una revolución o una insurrección realizadas por la contra-élite son contaminadas por la anti-élite. Lenin se quejaba de los saqueadores y ladrones en el Ejército rojo. Durante la guerra 1940/45 aquí, en Europa del oeste, la casi totalidad de los «resistentes» eran al principio delincuentes de derecho común con un pasado judicial. Bandidaje de derecho común y resistencia estaban mezclados en 1942/43; el resistente «limpio» ha llegado más tarde, en 1943/44. Pero para todo lo que era atentados, asesinatos, sabotaje, hacia 1941/42, el porcentaje de anti-élite era muy elevado en lo que se llama la Resistencia.
No solamente en los primeros tiempos de una guerra revolucionaria se recluta a su pesar muchos tarados sociales con ficha judicial de derecho común. Sino que también se reclutan muchos neuróticos (no delincuentes). Los movimientos extremistas -y los movimientos revolucionarios lo son- están llenos de transtornados. Tanto en la extrema derecha como en la extrema izquierda. Son frecuentemente gentes a disgusto consigo mismos.
Hay, por otra parte, una élite llamada neutral o técnica. Son los ingenieros, los científicos, los técnicos. Ocupan una posición social confortable a condición de callarse o de no plantear preguntas. En general, sirven a cualquier régimen. Si un régimen es hábil, no inquietará a esta élite neutra, la dejará ocupar situaciones económicas cómodas por el precio implícito de su retiro voluntario de la vida política activa.
Para terminar con su pregunta, debo insistir en el hecho de que el núcleo revolucionario debe saber a dónde quiere ir y prever ya una futura política gubernamental. El núcleo revolucionario debe ser el embrión del poder futuro. Un movimiento revolucionario europeo deberá ser absolutamente «europeo integrado» desde su forma embrionaria.
Gran cantidad de grupúsculos que se llaman «europeos» son de hecho fenómenos locales pequeño-nacionalistas.
Un grupo revolucionario europeo debe contar por lo menos con 4 o 5 «nacionalidades antiguas» diferentes en cuanto haya alcanzado la cifra de 10 miembros activos.
¿Necesita Europa un jefe común para llegar a ser independiente?
Su pregunta es grotesca y cómica. Es una pregunta marcada por las utopías del democratismo a propósito del no-jefe. Un portaaviones o un velero necesitan un capitán y no un comité.
Tres mil años de historia nos han enseñado incansablemente esto. Es evidente y salta a la vista. Como usted sabe, soy en el plano deportivo un «skipper» de velero. Es decir, un comandante de a bordo. Cuando se ha vivido algunas tempestades en un velero de 12 metros sacudido por el mar como un tapón, se vive. se siente la necesidad de la decisión inmediata. Para hacer frente a una situación peligrosa, comprometida, incluso catastrófica, la decisión se toma frecuentemente en menos de un minuto. Un velero cogido en medio de una tempestad no tardaría media hora en hundirse si fuera dirigido por un «comité» o por un «consejo de tripulantes».
La Iglesia católica, en sus formas anteriores a 1950, presentaba las estructuras perfectas para la creación y la perpetuación de un mando. El carácter de infalibilidad del Papa -o de cualquier otro jefe- es capital. Infalibilidad no significa aquí la elección perfecta. Sino la elección indispensable entre varias. Incluso el filósofo socialista francés Alain escribía: «…cuando veinte hombres levantan un raíl, obedecen a un jefe; si discuten en la acción se aplastarán los dedos».
Tres o cuatro años después de mi retirada de la política, en 1967, muchachitos de extrema derecha han querido crear un «partido europeo» en el que cada uno conservara su «autonomía nacional». Pueril. Todo esto procede de una crasa incultura histórica, de una mentalidad primaria total.
Hay que acabar también con el mito del «tirano» aislado. Cada jefe tiene automáticamente un «entorno». Se establece una simbiosis entre el jefe y su círculo de confidentes.
Ser jefe indiscutido es una función capital. La República romana ha creado el dictador.
El jefe supremo debe ser inviolable. El asunto Nixon me ha dejado perplejo. Es la negación de la política. Nixon ha caído por naderías de 16º orden. Cuando un régimen permite así abatir a un jefe de Estado, con ayuda de la prensa agusanada, no es sólido. Hace falta siempre un jefe común, árbitro indiscutido.
Pero hay que añadir a esta noción el límite de edad. Durante sus diez últimos años, Franco, Tito, Mao, ya no estaban en su sitio. Hay que prever estructuras en las que el jefe supremo se retire con honores y en las que sea inviolable después de su retiro, inviolable por su gestión anterior.
Hay que imaginar «papas» políticos reclutados en la clase de edad de 45 a 55 años y retirados, con todos los honores, a los 65 años, por ejemplo.
¿Por dónde empezar para liberar Europa? ¿Con quién se puede contar para tomar la iniciativa de esta tarea gigantesca?
Primero, hay que poner en orden las ideas. ¿Qué Europa? (¿límites geográficos?, ¿estilo de sociedad?). No puede tratarse de desear una estúpida Europa de las patrias. Sería volver a 1913 y a 1938, a las vísperas de las dos catástrofes, de dos enormes estupideces. Dejemos a los polichinelas la Europa de las etnias. Es folklore y niñería.
Hay que hacer una Europa en el sentido de la evolución y no en el de la involución. Hemos guillotinado a un rey el 21 de enero de 1793 para cortar con una época. Hemos creado Estados laicos totalmente separados de la religión. No hemos llevado esto lo bastante lejos. Queda pendiente tratar a los curas, los pastores y los rabinos como se debería tratar en prisión correccional a los estafadores que venden horóscopos.
Europa debe ser un paso -y un gran paso- hacia la modernidad, hacia la evolución, qué digo, hacia la mutación. La mutación del hombre.
La geopolítica nos dicta que Europa sin la URSS es tan estéril e inestable como la Europa de 1919 con una Alemania humillada o como la Europa de 1946 con una Alemania «criminalizada». Los rusos son europeos de cuerpo entero. Lo que los rusos han adquirido en tres siglos lo han adquirido para Europa. Vladivostok es tan importante para nosotros como Rejkjavik o Lisboa.
Primero: definir la Europa que queremos. Es inútil ponernos en camino antes de saber a dónde vamos. Una Europa de las patrias -y eso sería una pseudo-Europa- sería más nefasta que la ocupación rusa o que la ocupación americana. Pues, de hecho, el Pacto de Varsovia en cierta medida, y la Otan en otra cierta medida son instrumentos históricos preparatorios de nuestra unificación.
Hace falta no conocer la historia para ignorar que la identidad argelina y la identidad marroquí actuales son simplemente el resultado de la presencia francesa durante 130 años en Argel y durante 50 años en Rabat. Sin la ocupación francesa, estos dos países norteafricanos serían todavía un mosaico de territorios controlados por pequeños jeques y fruto de sus rapiñas, una zona de balcanización total.
Francia ha creado involuntariamente la unidad argelina y la unidad marroquí. Francia ha fijado y consolidado fronteras. Luego, Francia ha realizado la unanimidad de las poblaciones locales contra ella. Ironías de la vida. Ironía habitual de la historia.
Mañana, una transformación del Pacto de Varsovia compuesto por el oso y los corderos, por el patrón y los criados, en un Pacto de Varsovia compuesto de compañeros iguales en primer lugar, por ciudadanos soviéticos después, nos conducirá a la unidad europea. Ya una decena de ejércitos están equipados con el mismo material. En el plano práctico, es un paso de gigante. Lo mismo ocurre con la OTAN, que acostumbra a los militares ingleses, alemanes, belgas, italianos, a comunicar, a coordinar sus acciones.
La vida está llena de paradojas. Pero sólo son paradojas para quien no ve lo suficientemente lejos ni mira desde una altura suficiente.
Una vez definida la Europa que queremos, podremos entonces, y sólo entonces, pasar a buscar los medios para lograrla. Desde hace mucho ya no creo en los medios pacíficos. Después de haber definido qué Europa queremos, después de haber buscado los medios de hacerla, hará falta -tercera fase- buscar con quién hacerla. Con qué tipo de hombre.
Llegamos entonces a la cuarta fase: escoger un terreno, escoger por dónde «empezar», como dice su pregunta. Entre más de una decena de hipótesis de trabajo, está la vuelta del Ejército federal alemán contra el Ejército americano. También está la insurrección social cuando el Mercado Común tenga 25 millones de parados. También hay un posible terrorismo científico a escala de Europa (y no ya las payasadas limitadas a Italia).
Hará falta saber hablar dos lenguajes: el lenguaje de la racionalidad con el que, desde antes de su nacimiento, serán descritas las estructuras del Imperio Euro-soviético. Con la racionalidad que tenían Richelieu al consolidar a Francia, Felipe el Hermoso al crearla. Con la racionalidad de la Italia unificada que quería Maquiavelo, disgustado como estaba por las querellas suicidas entre los particularismos de Venecia, Milán, Florencia, Roma y Nápoles. Con la racionalidad de Bismarck al querer la unidad del II Reich.
A continuación, este lenguaje de la racionalidad, del «pensamiento de Estado», de la «gestión y manipulación de los hombres», deberá ser traducido al mito, a la ideología, traducido en términos emotivos y en esquemas simplificadores. Será entonces el segundo lenguaje, el lenguaje emotivo, el lenguaje persuasivo necesario a la «masa», a los militantes, a los combatientes, a los guerrilleros, a los terroristas. Esto ayuda a afrontar la idea de la propia muerte. Lo lógico debe absolutamente preceder a lo persuasivo.
Resumo:
1) definir la Europa que queremos: límites y estructuras;
2) busca de los medios de hacerla;
3) escoger un terreno;
4) desde la fase 1) haber definido nuestro proyecto en lenguaje racional, en lenguaje lógico;
5) antes de pasar a la fase 3) haber traducido en lenguaje vulgar nuestra voluntad histórica: es la ideología, el mito, la épica;
6) antes de pasar a la fase 3) haber creado una ortodoxia de los conceptos, haber abandonado la confusión.
En 1902 Lenin escribía ¿Qué hacer?
Para nosotros que queremos la creación de la unidad (y no de un vago dulce bautizado «unión») europea, hay que escribir «¿Qué hacer?», «¿Dónde hacerlo?», «¿Con quién hacerlo?». Esto deben hacerlo gentes no solamente inteligentes, sino también dotadas de una gran cultura histórica. Tres mil años de historia acumulada en miles de libros de importancia capital nos permiten extraer una síntesis aplicable a la situación actual. No se trata de autoridad (intelectual) personal, sino de encontrar el mejor «legislador». Antes de Licurgo ya existió Minos de Creta.
Acabaré citando a Demodocus: «Si sabe lo que es útil para una ciudad no es necesaria la discusión; si no lo sabe, la discusión no se lo enseñará».
¿Cuáles son los axiomas de la política internacional de la Europa actual?
Antes que nada, es preciso evitar a cualquier precio un conflicto militar en territorio europeo. Si hay que hacerlo, que sea en Africa. Después, hay que asociar a la URSS a cualquier política europea, sea una política revolucionaria como la que preconizo yo (el Imperio de Vladivostok a Dublín), sea incluso una política burguesa de colaboración económica con la URSS. En fin, es preciso, por todos los medios, incluyendo el terrorismo, expulsar de Europa a los americanos. La historia de Europa se ha detenido en 1945 con la ocupación americana.
También hay que considerar el Mediterráneo como un mar interior, sustraído al derecho marítimo de alta mar. Esto significa: ningún barco de guerra no europeo en el Mediterráneo.
Hay que ampliar el Mercado Común y hacer entrar en él a España, Portugal y Turquía. Europa no puede ser retrasada para agradar a los electores de Mitterrand: los viticultores franceses del sur (el buen vino francés se exporta muy bien, es el mal vino el que no se vende).
¿Cuál es en este momento el talón de Aquiles de Europa?
El talón de Aquiles de Europa es la persistencia de los nacionalismos estrechos, de los nacionalismos del pasado.
Y los americanos se sirven ampliamente de ellos para balcanizar a Europa. Los ingleses han practicado esta técnica durante 250 años en la India. Con tropas insignificantes han mantenido su dominación sobre un Imperio parcelado en razas, en religiones, en tribus.
Muchas cosas vuelven idiota al hombre ordinario.
El nacionalismo es uno de los medios de volver idiota a la gente, de bloquearla mentalmente, de fijarla en su pequeño nicho.
Las razas conquistadoras llevaban su patria en la suela de sus botas. Los vikingos que marchaban a la conquista no lloraban lágrimas de cocodrilo ante la idea de «perder sus raíces» en Dinamarca, en Suecia, en Noruega.
Son los pueblos fatigados, los pueblos desgastados, los más disponibles para hundirse en nacionalismos de «repliegue sobre sí mismo». Celtas, vascos, han sido pueblos vencidos, rechazados. Las mejores tierras se destinaban a los vencedores. Las peores a los vencidos.
Aquí también hay que abrir un paréntesis científicos sobre el apego al territorio y sus consecuencias biológicas.
La dimensión geológica, la estrechez o la expansión del territorio, han marcado el desarrollo de la especie humana con relación a los antropoides.
Es Lorenz quien hace observar que «…nuestros parientes más próximos desde el punto de vista filético, los antropoides, son todos especialistas de los espacios vitales extraordinariamente estrechos, y el paso geográficamente hablando brutal de la forma primitiva muy estenoecética (con un espacio vital muy estrecho) al modo de vida opuesto, euryoecético (con un espacio vital muy extenso) del ser humano, sería perfectamente inexplicable sobre la base de los procesos extraordinarios de evolución de la especie». Fin de la cita.
Lorenz recoge y refuerza aquí un concepto de Whitmann.
Lo que a nosotros, los humanos, nos ha permitido abandonar el estadio de los antropoides es la «apertura al mundo», la curiosidad. Nos ha conducido a una extensión territorial incesante, a incesantes desplazamientos territoriales. Los monos no han abandonado su bosque de origen, su nicho ecológico habitual, han quedado prisioneros de un entorno «ideal» (ideal para sus comportamientos).
El hombre se ha adaptado a todos los terrenos, la montaña, la llanura, el pantano, el hielo, el bosque, el desierto. En todas partes el hombre, que es todavía hoy el «especialista de la no-especialización», ha dominado y se ha elevado. Porque ha tenido que hacer frente a situaciones múltiples y desconocidas.
Los nacionalistas vascos, corsos, franceses o españoles son individuos de opción «estenoecética» (con un espacio vital estrecho y que no quieren dejar ese espacio).
Los pueblos conquistadores han escogido la opción euryoecética (con un espacio vital muy extenso y capaz de desplazarse hacia otro espacio vital). Este fue el caso de los germanos y los turcos, sobre todo.
Los vascos, los catalanes, los corsos, los valones y todos esos otros miserables dependen de la opción «koala».
El koala es lo contrario del hombre conquistador.
No abandona su árbol, no come más que una sola clase de fruta.
Para mí, el nacionalismo europeo es un medio y no un fin.
Es un «medio del poder».
Es también un continente en el que se podrá intentar la experiencia de la mutación controlada y decidida del hombre banal hacia el superhombre.
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