Thiriart sobre «La Europa de las Patrias»

Extracto de «Europa, un Imperio de 400 millones de hombres»

3 CONTRA LA EUROPA DE LAS PATRIAS, QUE ES LA SUMA DE LOS RENCORES Y DE LAS DEBILIDADES

No queremos oír ni hablar de la Europa de las patrias, tan cara a los “balcánicos” de la extrema derecha: una especie de capa de frágiles costuras.

Esta Europa de las patrias es, sencillamente, la adición momentánea y precaria de los errores y de las debilidades. Todos sabemos que una suma de debilidades es igual cero o poco más. Los mezquinos nacionalismos se anulan unos a otros, como se anulan los valores algebraicos de signo contrario. Los nacionalistas “cerrados sobre sí” obtienen sus propios valores del odio al vecino o del recuerdo de cualquier cosa. Pretender obtener una fuerza de la suma de todos estos particularismos desconfiados es una contradicción y carece de sentido. Para nosotros la patria es un porvenir en común, no solo un recuerdo del pasado. La Patria costumbre (Bélgica), la patria recuerdo (la Alemania de 1964), la patria herencia (Francia) solo pueden seducir a gentes fatigadas de hábitos conservadores.

Queremos una patria de expansión y no una patria de veneración.

En consecuencia condenamos los estrechos nacionalismos que mantienen las divisiones entre los ciudadanos de la nación europea. Tales nacionalismos deben sublimarse, servir de trampolín a una concepción política más grande y más bella: la gran nación europea. El amor a la patria debe acrecentarse hasta convertirse en amor a Europa.

Hay que despertar el nacionalismo europeo frente al imperialismo ruso y norteamericano.

Despreciamos el patriotismo paralítico de los cementerios, el patriotismo vanidoso de los portadores de bandas y quincalla. No contamos solo con invocaciones a Bismarck o al dos de mayo para salvar a Europa. Contamos únicamente con nosotros mismos. Pero también tenemos conciencia del valor de la tradición, fecundada por una voluntad lúcida, dirigida al futuro.

Si la patria se reduce al simple recuerdo del pasado, la patria será una nimiedad. La única patria verdadera es una patria en devenir.

Europa debe ser unitaria. La Europa confederal o de las patrias son concepciones cuya complicación o imprecisión ocultan apenas la falta de sinceridad, los cálculos y las reservas mentales de quienes las defienden. (…)

6 SOLO LA EUROPA UNITARIA PUEDE SUPRIMIR LAS CONTRADICCIONES ENTRE LOS DESGARROS DE LAS ACTUALES FRONTERAS ÉTNICAS, LINGÜÍSTICAS Y ECONÓMICAS

(…) Es fácil darse cuenta del laberinto en que podemos caer y qué ridículo supone la tendencia a fundamentar las naciones sobre una raza o un idioma.

Si dibujamos cuatro mapas de Europa en papel transparente: los mapas político, étnico, lingüístico y económico, y los superponemos, descubriremos que las fronteras interiores de Europa se entremezclan de forma extremadamente complicada, mientras que las exteriores coinciden perfectamente.

Uno de los pretextos de la última guerra fue el puerto de Danzig, ciudad tan lingüísticamente alemana como económicamente polaca. Danzig tenía más necesidad económica de Polonia que la que pudiera tener Polonia por Danzig.

Si queremos hacer Europa, es precisamente para que tales situaciones no ocasionen más conflictos entre hermanos europeos. La NO coincidencia de las fronteras políticas con las fronteras étnicas, lingüísticas y económicas ha originado los peligrosos focos de discordias que constituyen las minorías, y los conocidos apetitos de rapiña.

Algunos anacrónicos o algunos exaltados nacionalistas al por menor querrían una Europa de las patrias. Bien: pero ¿de qué patrias? Ya que lo único que existe de hecho son conjuntos de discrepancias permanentes entre esos mismos nacionalistas, sobre los límites de tales patrias. Todavía guardan en reserva motivos de guerra para otros dos mil años. Hablar de la Europa de las patrias es hablar de la Europa imposible.

Por lo que respecta a las minorías, oprimidas o no, no hay otra solución airosa para todos que la de Europa. Cuanto más poderosamente armadas y rígidas sean las futuras fronteras de la Europa unitaria, más flexibles y móviles serán sus divisiones administrativas.

El determinismo histórico obliga a las actuales naciones a procurarse la unidad o a reforzarla, a costa de disolver u oprimir las minorías recalcitrantes.

Francia no puede aceptar que la Alsacia oriental sea lingüísticamente alemana; Italia no puede admitir tampoco que el Tirol del sur sea lingüísticamente alemán. Se juegan en ello intereses políticos y militares de ambas naciones. Por el contrario con la fórmula de la Europa unitaria todo cambia. Europa contiene a quienes Italia y Francia oprimen. En la Europa unitaria no habrá Estado Mayor italiano que exija, por meras razones militares, la frontera del Brennero. En la Europa unitaria no habrá otro Deroulède que nos haga creer que el Sarre debe ser devuelto a Francia y que todos los alsacianos son “perfectos” franceses integrados.

Ya hemos demostrado antes que un individuo, un ciudadano europeo, es susceptible de varias pertenencias simultáneas.

El ciudadano e Europa no tendrá más que una fidelidad política: la debida al Estado unitario e indivisible; y no se someterá más que a una disciplina: la del ejército europeo.


En lo demás será libre de adscribirse a tal o cual grupo cultural, y tendrá asegurada la libertad de buscar su bienestar en la zona económica de Europa que le parezca mejor.


Las divisiones administrativas de la Europa unitaria se harán en función de su eficacia, sin ser influidas lo más mínimo por el orgullo o la vanidad regional. Su único objetivo será una buena gestión.

Estas líneas precedentes nos demuestran suficientemente que la Europa unitaria no podrá ser construida sino en el plano de una nación engendrada por una unidad de destino. Europa será una unidad de destino.

7 EUROPA FEDERAL, NO. EUROPA UNITARIA, SÍ. ¿POR QUÉ?

Una breve ojeada sobre el pasado nos revela de manera evidente que todas las páginas grandes de la Historia han sido escritas por Estados de constitución unitaria, y que los Estados de estructura federal no han hecho más que atenerse a los acontecimientos. Hasta 1860-1870, Italia y Alemania – faltas de centralismo unitario- han sido prendas por cuenta ajena y simples escenarios de lucha.

Las unidades francesa, británica y española databan ya de varios siglos durante las mismas épocas. Estas tres naciones injerían constantemente en las política de los vecinos más débilmente estructurados. Así hemos visto en la Historia una Italia francesa y una Italia española, mientras no hemos visto jamás una España italiana; y hemos visto una Alemania francesa, pero jamás una Francia alemana.
Por falta de unidad europea estamos viendo hoy una Europa norteamericana y una Europa rusa. En la actualidad Europa está haciendo el mismo papel desairado que la Italia de 1530, cuando España y Francia se la disputaban y repartían.

Los Estados unitarios poseen una cohesión y una homogeneidad que les permiten una política de ofensiva. La Francia unitaria ha mantenido, en su provecho, la anarquía particularista de Alemania. Lo contrario no era posible: los divididos alemanes eran incapaces de hacer lo mismo con Francia. El impulso germánico fue un torpe monstruo, a pesar de los esfuerzos de los Hohenstaufen, y no pudo nunca llevar a cabo, por el ineficaz estatuto federal, las empresas que su categoría y dimensiones permitían esperar. En toda fórmula federal el poder es constantemente puesto en litigio, su continuidad no se halla asegurada y los lazos jerárquicos se relajan.

Poseemos buenos modelos históricos – Francia, Reino Unido, España- y malos – Italia y Alemania –
Nosotros hemos escogido para Europa el modelo de eficacia probada: el unitarismo. No olvidemos que en el siglo XV, Italia lo tenía todo para ser una nación preponderante en Europa: población, ejércitos, riquezas… No lo fue porque careció de una cosa: unidad.

La Europa confederal, o dicho de otra forma, la Europa de las patrias, es la fórmula en que cada cual conserva su propio ejército y su propia diplomacia. Esta Europa es peligrosa, ya que las naciones que la componen pueden llamar en su apoyo de su política a potencias extraeuropeas.

Y así la Gran Bretaña de 1964 introduce el caballo de Troya norteamericano en Europa, y la Francia gaullista corre el riesgo de introducirnos el caballo de Troya comunista un día no lejano. Esta Europa confederal es un crimen. Queda a la altura de la Italia de 1525, cuyos príncipes suplicaban frecuentemente la intervención de España, de Francia o del Imperio: la que siempre salía perdiendo era Italia. Esta Europa de las patrias es tan incierta que se entra y se sale de ella como de un cine de sesión continua.

Nosotros la condenamos porque es la Europa abierta a las influencias extrañas. Respecto a ella, la Europa federal constituye ya un gran progreso.

En la solución federal la diplomacia y el ejército se convierten en comunes y desaparecen las fronteras económicas. Acorto plazo es una fórmula transitoria posible. Pero insisto: de manera inmediata y por una duración muy limitada.

Esta fórmula federal contiene el germen de posibles secesiones, o de crisis internas, cuando menos. La Europa federal es, de hecho, la Europa de los abogados. Al conservar cada país federado legislaciones civiles, comerciales y penales diferentes, se abre la era de los litigios y de los procedimientos judiciales en cadena.
La vida moderna en el interior de Europa conduce a intercambios cada vez más intensos de poblaciones y de actividades. A partir de ahora el conservar varios códigos civiles y de comercio es provocar la anarquía jurídica, hasta en las cuestiones más elementales (…) A nadie le vendrá la idea de discutir la imperiosa necesidad de un código de circulación único para toda Europa. Desde ahora nadie podrá refutar, ni rehusar la imperiosa necesidad de un Código civil único. La Europa unitaria será esto: claridad y orden.

En nuestro pensamiento la Europa federal, o sea, ejército único, puede ser el Estado preparatorio de la Europa unitaria.

La fórmula confederal es el cálculo y la reserva mental; la fórmula federal es la confusión; la fórmula unitaria es el método, el orden y la claridad.

Solo rehúsan el centralismo los que temen verse privados de una parcela de su poder actual (…)

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Una respuesta to “Thiriart sobre «La Europa de las Patrias»”

  1. INS Says:

    SAludos!!desde colombia.

    insurrecta-ns.blogspot.com

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